Europeizar el olvido

Cabría discutir si las condenas por pertenencia a una organización terrorista transfronteriza –ETA– pueden acumularse como una sola a ambos lados de los Pirineos. Pero el resto de los delitos juzgados y castigados con prisión son tan específicos y personales en cuanto a la responsabilidad penal contraída que ni siquiera esa militancia puede diluirlos en un todo que, finalmente, acabaría remitiéndose a la existencia de una causa común y continuada. La izquierda abertzale no busca la indulgencia hacia los activistas condenados por perpetrar atentados porque da por sobradamente legitimada su trayectoria. En su narrativa, fue un acto de entrega a la causa de Euskal Herria que ningún tribunal terrenal español o francés debió juzgar nunca. Pero hay más. Los 129 etarras aún encarcelados son una carga de la que EH Bildu necesita deshacerse cuanto antes para completar su blanqueamiento. Qué mejor si se europeíza la operación para homologar a los de Otegi como la corriente más pragmática de las izquierdas alternativas.

La trasposición de la directiva europea debió ser tramitada en el Congreso mediante un debate franco y sostenible jurídicamente, sin ocultaciones ni descuidos injustificables. Pero la foto final es el retrato de una España oficial sometida al ventajismo partidario y a las dobleces de la polarización.