
La Alianza Atlántica celebra 74 años de existencia con la incorporación de Finlandia, en el proceso de ratificación más rápido de su historia moderna. Un camino que comenzó el pasado mayo y que podría haber sido aún más veloz de no haberlo retrasado la obstrucción de Turquía y Hungría. Una cerrazón chantajista que todavía impide el ingreso de Suecia y frustra de momento la voluntad de los dos países nórdicos de ir de la mano en la renuncia a su tradicional neutralidad. El conflicto en Ucrania, la más cruel evidencia del expansionismo criminal de Vladímir Putin, ha provocado este realineamiento histórico del panorama de la seguridad europea posterior a la Guerra Fría.
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La suma de los finlandeses, que duplica los kilómetros de frontera del territorio OTAN con Rusia, contribuirá a una mejor defensa de Europa y constituye un revés político y estratégico de primer orden para el Kremlin, que ya no puede justificar sus agresiones al Derecho Internacional en una imaginaria amenaza occidental. Las autoridades de Kiev presentes ayer en Bruselas siguen aspirando a entrar en la organización defensiva ya comprometida en un generoso apoyo económico y militar a los ucranianos.
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