El endiablado escenario demográfico del país empieza a manifestarse en múltiples frentes. La suma de empleados mayores de 55 años y de parados de esa edad que buscan activamente un ocupación ha superado por primera vez los cinco millones y representa ya algo más de una quinta parte de la fuerza de trabajo. Esa cifra ha crecido un 63% en una década y casi se ha triplicado desde 2004. Una tendencia que se agudizará a corto y medio plazo. El envejecimiento del mercado laboral, que no es ajeno al aumento del absentismo por enfermedad, enfrenta a numerosos sectores al desafío de un intenso relevo generacional para el que no siempre resulta fácil encontrar los perfiles profesionales adecuados y que, además, conlleva el riesgo de una cierta pérdida de talento asociado a una dilatada experiencia. La estructura de la pirámide de población, además, confirma que no será posible cubrir esas vacantes sin atraer abundante mano de obra extranjera no solo para las actividades a las que ahora se dedica de forma mayoritaria, sino otras de más alta cualificación. Una tarea ineludible para mantener la competitividad de la economía española y un sistema de pensiones sostenible.
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