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El cónclave organizado por Naciones Unidas sobre el cambio climático coincidiendo con la cita anual de su Asamblea General ha servido para constatar de nuevo que el mundo sigue sin dar los pasos necesarios para que el calentamiento global baje a 1,5 grados. Un ... objetivo que los 200 países comprometidos en las negociaciones en torno al mismo deberán reactivar en tan solo dos meses, de cara a la cumbre de la COP28 en diciembre. La cita de Dubai no debería limitarse a oficializar la evaluación que se sigue sobre el grado de cumplimiento del Acuerdo de París de 2015. Tendría que ofrecer conclusiones operativas que permitan recuperar el tiempo perdido en tan solo estos ocho años y activar de una vez el fondo establecido el pasado ejercicio en Sharm el Sheij para compensar los efectos del cambio climático sobre los países empobrecidos.
El secretario general de la ONU, Antònio Guterres, insistió en Nueva York en que los países de la OCDE dejen de recurrir al carbón para 2030 y que los demás hagan lo propio para 2040. Junto a ello, abogó para que el uso de combustibles fósiles no reciba en adelante ayudas públicas y se incrementen los esfuerzos para el desarrollo de las energías renovables; esto último, en línea on el compromiso adquirido en la última cita del G-20 de multiplicar por tres la potencia renovable durante los próximos seis años. Guterres, que se dirigió a los presentes declarando que «hemos abierto las puertas del infierno», tuvo palabras especialmente severas contra las empresas que habrían contribuido a retrasar e incluso bloquear la transición ecológica, también simulando su compromiso con el medio ambiente. Una llamada a la responsabilidad de la economía libre que trataría también de recordar hasta qué punto la crisis financiera de 2008, la pandemia de 2020 y la agresión bélica de Rusia contra Ucrania a partir de 2022 han restado vigor a la contención del calentamiento global, al tiempo que han contribuido directamente a agravar el problema.
2030 está tan cerca ya que las estrategias globales, en exceso titubeantes frente al cambio climático, corren el riesgo de verse afectadas por la percepción desmovilizadora de que los objetivos propuestos por Naciones Unidas son inalcanzables. Un fatalismo que podría empezar a pesar en las instancias internacionales si un realismo evasivo se impone, aunque sea parcialmente, frente a la emergencia.
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