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Un mujer sale de un centro de atención primaria. Efe
Editorial

Diligencia ante la gripe

El uso obligatorio de la mascarilla en los centros sanitarios por el avance del virus es una medida sensata que llega tarde

El Norte

Valladolid

Lunes, 8 de enero 2024, 00:03

La oleada de infecciones respiratorias, que en las últimas tres semanas de diciembre, según los datos disponibles, dio el salto de 326 contagios por cada 100.000 habitantes a 953 –un 81% más–, ha agudizado la presión asistencial sobre un sistema sanitario sometido ya ... de por sí a una fuerte tensión por una creciente demanda y por las carencias estructurales que puso de manifiesto la pandemia. Este desbocado ascenso, coincidente con un periodo vacacional, ha agravado la crónica falta de profesionales en la Atención Primaria, ha saturado servicios, prolongado los tiempos de espera y obligado a hospitales a aumentar el número de camas reservadas para estas enfermedades. Ningún sistema de salud está preparado para asumir una avalancha inusual de pacientes sin que se resienta de una u otra forma la atención prestada, pero los apuros que está suscitando este brote apunta, además de a los déficits que arrastra el sistema, a una hipotensión en la respuesta por parte de los responsables sanitarios y en el compromiso preventivo del conjunto de la ciudadanía tras el sobresfuerzo colectivo al que forzó la pandemia.

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Las dificultades derivadas de la confluencia de la gripe A, la covid y otros virus respiratorios no remitirán de inmediato. Es más, los especialistas esperan el pico de incidencia para los próximos días, lo que augura la prolongación de los problemas en los centros de salud y hospitales de todo el país. Cabe reclamar una mayor eficacia a los gobiernos. Pero también un comportamiento responsable a la ciudadanía mediante un uso adecuado de los recursos asistenciales –por ejemplo, reduciendo las visitas a las Urgencias a aquellos casos cuya gravedad así lo aconseje– y con una de las lecciones que debería estar aprendida tras la pandemia: la prevención a través de las vacunas, hoy a la baja, y del empleo de mascarillas en cuanto aparecen los primeros síntomas, una pauta seguida por una ínfima minoría. Su uso obligatorio en ambularios, hospitales y residencias de mayores mientras persista la crisis, como ha recomendado ahora la ministra Mónica García, es una medida razonable adoptada ya por varias comunidades y que será analizada hoy en el Consejo Interterritorial de Sanidad. Pero sí cabe objetar la tardanza con que está siendo implantada, lo que hace aún más parsimoniosa la sugerencia de García: habría sido preferible recuperar la medida o, cuando menos, evaluarla antes de que la expansión del virus hubiese adquirido las actuales dimensiones.

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