Por si la tensión ambiental derivada del cruce implacable de acusaciones, denuncias e imputaciones entre la clase política no fuera suficiente, el PSOE acaba de lanzar al ministro Óscar López al cuadrilátero madrileño. El exjefe de Gabinete de Pedro Sánchez, que se caracteriza, al igual que Isabel Díaz Ayuso, por su resistencia a esquivar la confrontación y el lenguaje combativo, amenaza con elevar la hostilidad y la polarización política en medio de una atmósfera ya excesivamente cargada de presión. Pero si López, como anunció en la presentación de su candidatura a la secretaría general del PSOE madrileño, quiere ganar Madrid, el camino no es elevar los decibelios para polarizar la Comunidad, sino proponer a los ciudadanos madrileños una oferta más atractiva que la que el PSOE viene postulando desde hace décadas y que le han condenado a la oposición. La conmemoración por separado del aniversario de la Constitución es una muestra de mutuo sectarismo que, en fechas tan significativas, debería haber dejado paso al diálogo y consenso. Judicializar la política y tensionar a la opinión pública como instrumento para llegar o conservar el poder es más propio de un sistema populista que de una democracia moderna.
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