Las urnas se inclinaron ayer por la continuidad en la Xunta de Galicia al brindar una nueva mayoría absoluta al PP. Alfonso Rueda conservó la alcanzada hace casi 16 años por Alberto Núñez Feijóo, quien sale consolidado de las elecciones en uno de ... los principales bastiones de su partido, cuya pérdida habría comprometido muy seriamente su posición interna tras el fiasco de las generales. Los populares, apoyados en el potente músculo de su organización, sumaron 40 escaños –dos menos de los actuales– en un Parlamento de 75 al movilizar masivamente a sus simpatizantes ante el riesgo de ser derrocados por una alianza de izquierdas. Aunque esperada, la gran novedad del escrutinio fue el espectacular crecimiento del BNG, que cosechó los mejores resultados de su historia gracias al gancho de su candidata, Ana Pontón, y a una inteligente estrategia en la que ha primado el discurso social sobre el identitario y que le ha permitido ensanchar su tradicional base de apoyos.
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Ese crecimiento no se tradujo en un cambio político por la debacle del PSOE, que obtuvo sus peores resultados en esa comunidad con una disparatada campaña en la que cedió al nacionalismo la bandera de la alternativa al centro-derecha y que se saldó con una tercera plaza y menos de la mitad de papeletas que el Bloque. Aunque en los comicios se ventilaba el color político del futuro Gobierno autonómico, tenían una incuestionable proyección nacional al ser los primeros tras el 23-J y celebrarse en medio de una encendida controversia sobre la amnistía por el 'procés', que ha desgastado a Pedro Sánchez. Al adelantarlos unos meses, el PP intentaba explotar esa baza que, junto a la estabilidad y su gestión de la Xunta, le ha brindado un triunfo holgado pese al patinazo sobre eventuales medidas de gracia a Carles Puigdemont. Una victoria que cobra mayor dimensión con el hundimiento de los socialistas, que han de realizar una severa autocrítica. Vox, Sumar y Podemos se anotaron un fracaso sin paliativos, del que también deberán extraer lecciones, al no lograr representación en el Parlamento.
Las elecciones de ayer dan oxígeno a Núñez Feijóo y un aviso a Sánchez, pero no son una segunda vuelta del 23-J. Sería un error extrapolar al conjunto de España los resultados de un ecosistema político tan singular como Galicia. Las europeas del 9 de junio brindarán una mejor oportunidad de conocer el pulso político del país en una legislatura incierta y a expensas de los vaivenes del independentismo catalán.
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