Pedro Sánchez sale de la tribuna tras intervenir ayer en el pleno del Congreso de los Diputados. Efe
Editorial

Una comparecencia electoral

No está claro que el reconocimiento de Palestina como Estado vaya a contribuir a que se constituya con mayor rapidez

El Norte

Valladolid

Jueves, 23 de mayo 2024, 01:04

La comparecencia de ayer de Pedro Sánchez en el Congreso confirmó el propósito del Gobierno de reconocer a Palestina como Estado el próximo martes, simultáneamente con Irlanda y Noruega y en plena campaña de las elecciones europeas. Pero no sirvió ni para conocer los motivos que hace casi un mes le llevaron a retirarse durante cinco días a reflexionar ni para saber de las conclusiones a las que habría llegado al término de tan insólita reclusión. El presidente manifestó que la decisión sobre Palestina responde «al sentir mayoritario» de los ciudadanos. Es probable que sea así. La opción de que la paz se haga realidad en Oriente Próximo mediante la convivencia entre dos estados, el israelí y el palestino, parece la más razonable. El problema es que no está claro que el reconocimiento de un Estado que no existe como tal contribuya a que se constituya finalmente.

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La Autoridad Nacional instaurada con su capital en Ramala asoma por momentos como una entelequia difícil de reconvertir en un Estado unitario, integrador y democrático. Cuando, además, gran parte de las fuerzas palestinas siguen aferrándose al eslogan que de forma inadmisible ha hecho suyo la ministra Sira Rego –«desde el río hasta el mar»– contra la existencia del Estado de Israel. El reconocimiento simbólico de Palestina podría contribuir, paradójicamente, a postergar 'sine die' la solución de los dos estados y la paz en la región.

Sánchez volvió a referirse al «fango» para mostrar un enfado del que sería causa indiferenciada la circulación de mensajes e informaciones hirientes para su familia y su Ejecutivo. El presidente se detuvo en subrayar que su esposa es «una profesional seria y responsable» y que él encabeza «un Gobierno limpio». Ambas afirmaciones resultaban prescindibles cuando lo que requería la sesión parlamentaria era dar cuenta de la acción de gobierno, sin que el dirigente socialista volviera a ejercer de oposición de la oposición ni a confundir entre lo que se dice en las redes sociales y lo que publican los medios de comunicación. En el pleno también se escenificó algo muy significativo: aliados de la investidura tratando de dar más vueltas a la tuerca de Sánchez y, a la vez, distanciándose de quien hace seis meses invistieron de nuevo frente a la derecha y la extrema derecha al intuir que la exageración de sus movimientos más recientes –incluidos su amago de retirada y la crisis con Argentina– tiene un objetivo netamente electoral.

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