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La agresión al candidato a lehendakari por el PNV, Imanol Pradales, tras un mitin electoral en Barakaldo constituye una muestra de extrema intolerancia que resulta absolutamente inadmisible y merece la más enérgica condena. No le resta ni un ápice de gravedad el hecho de que ... el ataque careciera de connotaciones políticas y se saldara con consecuencias físicas menores para la víctima, lo que ocurrió entre otras razones porque fue perpetrado con un espray de autodefensa y no con un arma que pusiera en serio peligro su integridad. El deplorable incidente confirma la persistencia de inquietantes pulsiones violentas en la sociedad. También el riesgo de exacerbarlas atizando hasta límites insospechados la crispación partidista con mensajes que criminalizan al adversario y lo convierten en enemigo; una tendencia que, aunque mucho más extendida en la política nacional, planea también sobre la política regional. Agredir a un candidato o cargo público, sea cual sea su ideología, o intentar intimidarle mediante cualquier método vulnera los principios de una democracia. ETA lo hizo durante años. Desaparecida su amenaza, impedir que nadie altere la libre convivencia es una tarea de todos.
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