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El renovado respaldo que cosechó en su reciente visita a Washington espolea el frenético protagonismo de Benjamín Netanyahu en las jornadas sangrientas que vive Oriente Próximo. Israel golpeó Beirut y mató a un dirigente de Hezbolá tras el ataque chií en el territorio ocupado del Golán y, apenas veinticuatro horas después, ejecutó la pena de muerte que mantenía sobre el líder político de Hamás ... . La incursión en Líbano y el asesinato de Ismail Haniyeh persiguen un objetivo más grande: socavar el 'eje de resistencia' que ambos grupos conforman bajo el patrocinio iraní. Y mostrar la vulnerabilidad del régimen de los ayatolás al eliminar a Haniyeh en Teherán, con presumible colaboración desde el interior, en la jornada de toma de posesión del nuevo presidente. Casi diez meses después de la ofensiva terrorista del 7 de octubre bajo liderazgo de Haniyeh, el primer ministro israelí desvía la atención del mundo las continuas matanzas de civiles en Gaza y de su fracaso en la recuperación de los rehenes para esperar ahora la respuesta de Irán. Una respuesta, por medida que resulte, que alentará el temor a un conflicto regional cimentado sobre la infernal y deshumanizada dinámica de la acción-reacción.
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