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El anuncio de que a partir del sábado 26 de junio no será obligatorio el uso de mascarillas en exteriores confirmó ayer, en boca del Presidente Sánchez, la noticia que esperaba la inmensa mayoría de los ciudadanos. Una medida que nos situará a la par ... de los demás países europeos, con excepción de Portugal. El Gobierno se mostró renuente a implantar la utilización de mascarillas. No las impuso por orden ministerial hasta el 19 de mayo de 2020, dos meses después de declarar el primer estado de alarma. Y se mantuvo escéptico aun más tiempo ante los indicios de que la vía de transmisión fundamental podían ser los aerosoles. Un mes después de que Fernando Simón avanzara la novedad, el presidente puso ayer fecha a una novedad que se daba por descontada. La posibilidad de contagios al aire libre, siempre aleatorios, se reduce a medida que progresa la vacunación y la incidencia tiende a reducirse día a día.
Pero la previsión de que el sábado 26 España no contará más que con un tercio de su población vacunada con la pauta completa obliga al Gobierno y a las comunidades a precisar en qué circunstancias puede prescindirse del uso de mascarillas. Dado que hay 'exteriores' mucho más abigarrados y exentos de medidas de distanciamiento que la mayoría de los 'interiores'. El problema es que, una vez levantada la obligación, las administraciones responsables no tienen más recursos que la recomendación persuasiva para evitar que la relajación consiguiente se haga con las calles y espacios públicos en cualquier situación, y afecte a los ámbitos excluidos de la permisividad.
Vistas las dificultades jurídicas y operativas que han acompañado a la aplicación de las restricciones más inequívocas, resulta imposible para la autoridad correspondiente supervisar que el no uso de mascarillas vaya acompañado de prevenciones de distanciamiento físico, o de un máximo de personas compartiendo un mismo espacio exterior. Máxime en período estival. La primera indicación que debería explicitar el Gobierno es que al decaer la obligatoriedad del uso de mascarillas en exteriores no se conmina a los ciudadanos a prescindir de su utilización. La libertad restablecida al poder dejar de utilizarlas en determinadas situaciones solo puede hacerse plena desde el respeto público y social a continuar usándolas. Pero más allá de apelar al sentido común, resulta obligado que a partir del 26 de junio entren en vigor excepciones en cuanto a recintos deportivos, actos festivos o playas.
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