Editorial: Ciudadanos, al centro

Las fuerzas del centro-derecha se mostraron divididas, entre el 'no' de Vox, la abstención del PP y el apoyo crítico de Ciudadanos. Y el Gobierno se quedó sin la mayoría que permitió la investidura de Pedro Sánchez para acabar recurriendo a Ciudadanos. La vicepresidenta primera, Carmen Calvo, restó importancia a lo acontecido, calificándolo de coincidencia «puntual». Mientras que el otro grupo clave en la aprobación de la prórroga, el PNV, no ocultó su inquietud por el voto del partido de Arrimadas, cuando se conocía el acuerdo, antes de que los nacionalistas vascos anunciaran el suyo. Al tiempo que la postura de Ciudadanos provocó la baja de Juan Carlos Girauta y de Carina Mejías, disconformes con que la formación actuará de 'bisagra' en el trámite del estado de alarma.

Es probable que la oficialidad socialista se sienta más satisfecha por haber conseguido descolocar al Partido Popular que por haber materializado una aproximación con Ciudadanos. Del mismo modo que probablemente la oficialidad 'popular' se vea obligada a minusvalorar la actitud de Ciudadanos, confiando en que le brinde un mayor espacio en la oposición de derechas.

La excepcionalidad del momento desaconseja concluir que el gesto de Arrimadas comporta un cambio sustancial en el desarrollo de la legislatura. Efectivamente, puede quedar como un episodio puntual y poco más. Pero Ciudadanos demostró el miércoles que no solo es posible superar políticamente la dinámica de bloques, sino que es necesario proceder así cuando los intereses comunes al conjunto de los ciudadanos han de prevalecer sobre las posturas más partidarias. Demostración que Inés Arrimadas y los demás dirigentes tienen ahora el deber de convertir en estrategia propia, especialmente en el proceso de desescalada y en la reconstrucción de la España resultante de la crisis pandémica.

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