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Los presidentes del Gobierno Vasco y de la Xunta de Galicia, Iñigo Urkullu y Alberto Núñez Feijóo, anunciaron ayer la convocatoria de elecciones autonómicas en sus respectivas comunidades para el próximo 5 de abril. Sería más conveniente que las legislaturas durasen cuatro años efectivos, para ... dotar de la máxima normalidad a la periódica renovación de las cámaras legislativas. Pero tanto Urkullu como Núñez Feijóo tenían poderosas razones para adelantar en unos meses ambos comicios. Una vez aprobados los presupuestos para 2020, el año corría el riesgo de convertirse en otra larga campaña electoral en el País Vasco y en Galicia, a sumar a la sucesión de contiendas generales, locales, forales y europeas de 2019.
A lo que habría que añadir el problema para la gobernación que entraña culminar una legislatura en otoño, sin poder elaborar mientras tanto las Cuentas para el año 2021. Cuestión esta última que invitaría a que, en la medida de lo posible, los mandatos diesen inicio y finalizasen en primavera. La coincidencia de las dos convocatorias, la gallega y la vasca, en un mismo domingo se está volviendo una sana tradición. El presidente de la Xunta no tuvo empacho alguno en apuntarse a la fecha señalada por el lehendakari, que éste le había avanzado.
Los motivos de la convocatoria son además coincidentes en lo fundamental. Incluida la razón más imperiosa, de la que Iñigo Urkullu y Alberto Núñez Feijóo no quisieron hacer causa ayer: la situación en Cataluña. El lehendakari principalmente, pero también el presidente de la Xunta de Galicia, querían evitar con el 5 de abril que sus autonómicas pudieran coincidir con la celebración de las que convoque Quim Torra, o su sucesor en caso de inhabilitación en firme. Pero no solo eso. Necesitaban adelantarse a los eventuales problemas que pudiera acarrear la inestabilidad en que se mueve la Generalitat sobre la tramitación de los Presupuestos del Gobierno de Sánchez.
De esta manera Euskadi y Galicia podrán reclamar su presencia en las Cuentas Generales para 2021 desde mayorías de gobierno recién estrenadas. Aunque la convocatoria coincidente de Urkullu y Núñez Feijóo encierra un mensaje central en su respectiva estrategia política: su certeza en que el voto ciudadano les corresponderá concediéndoles un nuevo mandato al frente de Euskadi y de Galicia.
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