Carlos Fernández Carriedo. G. Villamil

Otra vez la economía

La carta del director ·

«Para reconstruir el tejido social, económico y empresarial devastado se necesitará, en meses y años venideros, muchísimo dinero, todavía incalculable, y bastantes sacrificios»

Ángel Ortiz

Valladolid

Domingo, 19 de abril 2020, 08:14

La entrevista que publicamos hoy con el consejero de Economía y Hacienda, Carlos Fernández Carriedo, es esclarecedora por varias razones. La principal es que, ... sin ofrecer detalles, a expensas de que remanse la crisis y pueda hacerse un balance real de daños, el político palentino anticipa un futuro inmediato de arduas complicaciones presupuestarias y financieras para la Junta de Castilla y León. Y por consiguiente, de incertidumbres para cuantos servicios, proyectos, inversiones, estímulos o transferencias dependan de ella. Solo la Sanidad se salva. Por ahora y sobre el papel. Distinto será cuando llegue el momento de la verdad.

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El impacto del 'gran confinamiento' y la congelación repentina, imprevista, radical y absoluta de la economía, así como el sobreesfuerzo asistencial que está exigiendo, tienen efectos directos en las cuentas en forma de mayores gastos –que no inversiones– y menores ingresos. Eso generará un enorme agujero que, mal que bien, con créditos, con ayudas, con inyecciones de financiación y liquidez procedentes del Gobierno de España o de las instituciones europeas, acabaremos digiriendo en forma de deuda. Sin embargo, lo importante es que ese impacto activa una inercia de crisis profunda que, en una primera aproximación, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ya ha calculado para España en una caída del PIB del 8% este año, con una recuperación parcial, solo parcial, para el 2021. Todo ello siempre que esa recuperación no encuentre demasiados estorbos, rebrotes de la pandemia ni otras dificultades. Eso representará una tasa de paro nacional del 20% que en Castilla y León, con una del 11% en estos momentos, podría escalar al 17% o 18%. Si ahora la región registra un número de desempleados de 126.000 personas, no es descabellado prever que en pocos meses (el próximo día 28 conoceremos la Encuesta de Población Activa del primer trimestre para ir abriendo boca) el dato remonte a los 200.000 o más. En el primer trimestre de 2013, la EPA nos daba una tasa de paro récord del 22% con 266.000 parados. En el camino de una crisis a otra hemos perdido 116.000 habitantes. Nuestro mercado laboral y estructura demográfica han perdido tamaño y por eso cualquier alteración profunda, como será la que se avecina, tendrá una incidencia mucho más importante en términos porcentuales.

«Para reconstruir ese tejido social, económico y empresarial devastado se necesitará, en meses y años venideros, muchísimo más dinero, todavía incalculable, y bastantes sacrificios. Y ahí, ya sí, nos las tendremos que ingeniar los castellanos y leoneses con nuestras propias habilidades y recursos»

En el corto plazo (para sufragar la emergencia sanitaria, paliar la pobreza sobrevenida y sostener rentas de los hogares) recibiremos ayudas del Gobierno y de Europa. De hecho, Carriedo se encarga en la entrevista de aclarar que eso es responsabilidad del Estado, que las renuncias y ajustes que vengan se deberían, en todo caso, a que el Estado no pagara y que para eso su equipo está elaborando una factura específica de todo lo que supone en mayores gastos y menores ingresos la alerta por el coronavirus. Con ella se supone que, al final, irán a la ministra de Hacienda y entregarán la receta del destrozo. Para que, si no responde a lo que pedimos y ello acarrea recortes, estos sean culpa del Gobierno. Veremos si funciona como argumento político.

Pero la segunda parte es reconstruir ese tejido social, económico y empresarial devastado. Para eso se necesitará, en meses y años venideros, muchísimo más dinero, todavía incalculable, y bastantes sacrificios. Y ahí, ya sí, nos las tendremos que ingeniar los castellanos y leoneses con nuestras propias habilidades y recursos. Las ayudas externas incondicionales, ilimitadas e indefinidas no existen. Quedaremos a nuestra suerte porque, primero, si el sistema de financiación autonómica no cambia, y cuesta creer que los políticos se vayan a poner a ello, nuestros ingresos dependerán en gran medida no de los servicios que debamos afrontar, sanitarios, sociales o de otro tipo, sino del dinamismo de nuestra economía e, indirectamente, de nuestra capacidad de recaudación fiscal. Y segundo porque lo que llegue no será lo que había, será otra cosa que aún ignoramos y para la que no sabemos si dispondremos de herramientas de apoyo público a escala nacional o internacional. Así que habría que hacerse a la idea de que ni será fácil ni será rápido ni será cómodo. Yo de momento, para ir aclimatando el ánimo, me estoy leyendo 'Los asquerosos', de Santiago Lorenzo. Su protagonista es alguien cuyo «apetito por la sobriedad empezaba a ser gula y su amor por la pobreza, lujuria». Pues eso.

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