Ahí están mis chirucas gastadas, 'Lupo' que huele a tomillo, los rebecos de Gredos que saben mi nombre y algunos incendios pavorosos que nos costaron más de un desvelo en helicóptero. Si hay algún ámbito que no puede quedar para los eslóganes y para que ... una niña repelente nos lea la cartilla, ese es el de la ecología. Solo hay que atender a la etimología 'oikos' (casa) y 'logos'(nomenclatura) para ver que nos va mucho/todo en cambiar el planeta. Duele que algo tan sagrado sea el asa de la maleta y el argumentario de cuatro trasnochados (los propios padres de Greta) para acabar anunciando abonos sostenibles entre Briconsejo y Bricoplanta.
Bajar a Madrid es encontrarse a la ciudad indiferente, al madrileño cabreado y gaseando y saber que hay algo: una montonera de gente que dicen que cuentan que debaten sobre el clima en las afueras. Por lo demás, nadie sabe muy bien qué hay que hacer para salvar el planeta, pues que todo son culpas por gustarnos la ternera y el lechazo y los huevos palentimos del Perico.
España está hoy entre el climatólogo (peñazo y sin estudios) y el climaterio, y sabemos que no hay nada que contamine más que un Rufián, nuestro previsible ministro del Interior. Aquí en la gasolinera han colgado espumillón biodregadable y a Nazario le han mandado una circular de la petrolera en la que le dan un argumentario de energías que no son tan limpias. Nazario sabe que en esas bobadas consiste la responsabilidad corporativa de llevar una estación de servicio en el páramo.
Aquí el problema es de conciencia, y eso viene desde niño. Si en lugar de pedagogos vacíos a los niños, como recomendaba Jiménez Fraud, se les llevara a repoblar el monte, seguro que otro gallo cantaría. Pero no, qué va, la ecología es cosa de 'influencers' y hasta un reclamo de los grandes almacenes ahora que canta mucho adelantar –aún más– la primavera.
Es curioso que los popes estos de las cero emisiones y la dieta de musgo no digan nada de Miguel Delibes, que fue una de nuestras grandes conciencias por la que la Naturaleza es nuestra causa y nuestra casa. Fue el eterno director de esta casa el primero en alertar del calentamiento global, pero pocos lo recuerdan porque don Miguel escribía y, ay, no era un 'instagramer'.
Las grandes causas y las grandes cosas hay que tomarlas con urgencia y también con perspectiva. Ahora la moda es venir en un velero por la dehesa y que los padres progres te dejen morir por falta de proteínas y de anemia. Cuando los ecologistas de la generacion Z maduren y peinen pelillos sobaqueros, quizá podamos hacer algo por el planeta.
Cuando Greta se siente en un consejo de administración, yo me reiré con un descojone de C02, adrenalina y metano.
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