Fiesta de ascenso a Primera de Real Valladolid. José C. Castillo

Dopamina real

El avisador ·

«Vuelve a ocurrir lo de las dos Españas: la España de Madrid y la del resto del territorio nacional. No tenemos remedio»

Carlos Aganzo

Valladolid

Sábado, 4 de junio 2022, 00:05

Apenas entra junio en escena, la dopamina del deporte se extiende lo justo para hacernos empezar a pensar en la dopamina de las vacaciones. Las cifras del paro hacen pensar a más de uno (sobre todo a los que han encontrado trabajo) que con guerra ... o sin guerra el año podría salvarse, ya con el Real Valladolid en primera, el Real Madrid campeón de Europa. Y Nadal resurrecto. A pesar de las viruelas, y de los monos, la esperanza de un mundo sin mascarillas llena también los sueños de millones y millones de personas… No es cualquier cosa volver a tener boca.

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La dopamina, sin embargo, como todas las hormonas, tiene sus subidas y sus bajadas. No es sencillo mantener el nivel de placer durante mucho tiempo. Y al tiempo que contamos cien días de guerra en Ucrania, los pronósticos de los bancos centrales europeos vienen a decirnos que un año más el verano será eso: verano. Es decir, espejismo. Aunque esté bajo mínimos, el ejército ruso de Pancho Villa sigue avanzando, y dice sentirse preparado para una guerra larga. A algún medio oficial del putismo se le ha escapado incluso la expresión de «tercera guerra mundial», y eso que allí todavía hablan de los horrores de la guerra con el eufemismo del ajuste de las operaciones militares… Aquí no hay dopamina posible.

Tampoco la hay, nos pongamos como nos pongamos, en la cosa de la política patria. Después de las de Castilla y León, asistimos de nuevo a unas elecciones regionales donde la región de turno parece ser lo último que importa. Ahora Juan Manuel Moreno llega a pedir no solo la movilización de los suyos, sino incluso la de los votantes andaluces del PSOE, para poder gobernar en solitario y no tener que hacerlo con Vox. Nadie sabe decir si se trataba de un chiste o de un brote de nostalgia ante la memoria de su abuelo jornalero. Pero lo cierto es que cuando vemos hablar a Moreno Bonilla antes que en Sevilla pensamos en Madrid. Concretamente en el palacio de La Moncloa. Vuelve a ocurrir lo de las dos Españas: la España de Madrid y la del resto del territorio nacional. No tenemos remedio.

Las encuestas, una vez más, sitúan la posibilidad de un gobierno del PP en solitario, sin sus molestos socios de la derecha-derecha, exactamente entre el vivir y el soñar. Y los que saben dicen que las reservas de dopamina de La Moncloa están de bajón. Y eso que apenas se han empezado a pegar los carteles. Los ases en la manga se terminan. Y como ya no quedan Francos que desenterrar, los últimos resortes de la movilización de la (presunta) izquierda se limitan ahora a espolear al personal con el asunto de la monarquía. Efecto 'boomerang': el documental de la Sexta sobre los Borbones no ha conseguido sembrar dudas sobre la idoneidad de la real familia española para seguir al frente de la Jefatura del Estado. Lejos de ello, parece que lo que ha conseguido es poder empezar a equiparar por fin (justicia poética) la estrella de los Borbones con la de los Windsor. Es decir, cuanto más criticada, y más controvertida, y más televisiva y más glamurosa y más rosa sea su situación, más indestructibles serán sus posiciones.

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La eterna gloria de la popularidad de lo impopular, que ha llevado a la reina de Inglaterra a batir todos los récords imaginables de longevidad entronizada. Dopaminas y endorfinas con faldas y a lo loco para ayudar a superar las durezas del mundo. En eso andamos, y en la prórroga de los céntimos gubernamentales para seguir pagando la gasolina a precio de oro: o de inmensas reservas en el mar, dispuestas para el mercado negro, en los barcos de Putin. Y aún dicen que el pescado es caro.

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