Es 26-M, no sé si por ventura, por fin, o por casualidad. Hace sol en Cabezón de Pisuerga y hay nubecillas en Brañosera. Es 26 de mayo, festividad de San Felipe Neri, presbítero que en Roma fundó un oratorio donde se hacían lecturas sacras ... y se espantaba al Maligno. La primavera se ha consagrado, y volvemos otra vez a la casilla de salida. La fiesta de la democracia y la luz de domingo se nos hacen cada día más familiares.
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Ahora votarás, como tantas veces, en una urna de verdad. Y elegirás a tu alcalde, a quien te represente en las Cortes más tuyas. Y luego ya Europa, que tan burócrata y tan fría será, al final, quien nos dé dos tirones de oreja y nos saque del atolladero.
Mañana la churrería de Rita abrirá mientras unos se van u otros vienen, como está en el contrato/sueldo de todo procurador. Y saldrá el sol, y se quedarán los pájaros cantando, que diría el poeta.
Entre tanto cartel y tanto barómetro –un gasto de tinta prescindible–, el ciudadano común pierde la reverencialidad ante el mero hecho de votar. Hace no mucho se cerraban periódicos por una llamadita del gobernador civil y ahora tenemos que ver cómo Junqueras y tres peleles se chotean de la Constitución.
Hablar de la democracia no puede ser como hablar del sistema métrico decimal, por mucho que no nos creamos que en Madrid sabe/entiende lo que es la España vaciada una caterva con alergia a las ortigas y a las amapolas y que jamás leyó a Delibes. Pero aquí cada uno hace lo que quiere –o lo que puede–, que lo decía Camilo José Cela con palabras más gruesas.
En la campaña se ha visto de todo. Un globo en la paramera y un niño que le cantaba por fandangos a Pilar del Olmo: yo he dado clases a lo la ancho y largo de esta tierra y ningún alumno me cantó un fandango, ni una alegría, ni na de na. Es curioso lo que aporta la política y lo que la política te da.
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Pero hay cierta sensación de etapa llana y llanísima del Tour, de eso que llaman 'spoiler' y que no es más que el 'déjà vu' que nos sabemos.
Pasa que si repaso mi vida siempre hay una campaña electoral, siempre en las puertas del caluroso verano. He visto envejecer a los próceres de la Constitución, y alcaldes que son como Benjamin Button y se retunean. Y he visto que en un mismo día se dice una cosa y la contraria y que a eso le llaman resistencia/resiliencia y otros términos entre la politología de baratillo y el suajili.
Celebro con Nazario que no voy a ninguna mesa electoral ni de presidente ni de vocal. Se me dan mal los recuentos y el Cielo puede esperar.
Que lo que pase, pasará. Pero aquí estaremos a verlas venir y a contarlas en negro sobre blanco.
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26-M. Ya. Quién lo diría.
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