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No conozco a la doctora Molina; su nombre es un comodín; a partir de aquí lo que ahora voy a contar es trascripción del relato que me hizo su tía. Se trata de una anestesista joven que estudió la carrera en Madrid y sacó plaza ... en el Hospital Público de Navarra. En una de sus primeras intervenciones profesionales se topó en el quirófano con un cirujano jefe que se dirigía a ella en eusquera, solo en eusquera. Imaginemos el estupor de la doctora Molina cuando le dijo que no le entendía y que, por favor, le hablara en castellano. Imaginemos también el asombro del paciente si no había perdido la lucidez. Pero el cirujano jefe que quizá había estudiado la carrera en eusquera, no se apeaba de su único idioma y entonces, ¡Santo Dios, estúpida de mi!, ¿qué hago yo aquí?
La doctora Molina acudió a la dirección para pedir que no la asignaran operaciones con aquel cirujano. Nuestra doctora siguió trabajando porque el mundo es amplio y redondo. La víspera de una intervención fue a la habitación de la paciente y se encontró con una mujer de cuarenta y tantos años acompañada de sus padres, una mujer que en realidad era una niña afectada por el síndrome de down que estaba nerviosa porque nunca había entrado en un quirófano. La doctora Molina trató de calmarla. Ya verás como todo va a salir bien. A ti, ¿qué te gusta? A mí lo que más me gusta es Manolo Escobar. Le quiero mucho. Fuimos novios, pero ya se ha muerto. Me sé todas sus canciones. ¡Qué bien¡ ¿O sea que tenemos aquí a la novia de Manolo Escobar?
Menuda suerte. Pues mañana, cuando vayas en la camilla camino del quirófano te vamos a poner una canción de tu novio y ahora te vamos a dar una pastilla para que duermas tranquila. A la mañana siguiente la doctora Molina buscó en su móvil una canción y la dijo a la enfermera del quirófano que fue a buscar la camilla que se lo pusiera. La canción era 'Que viva España'. La paciente entró feliz en el quirófano escuchando la célebre canción de su novio, pero ya pueden imaginar la cara de estupor de algunos miembros del equipo que enseguida propalaron la noticia. Poco después la doctora fue llamada a dirección donde la pidieron explicaciones por el escándalo. Luego, en los pasillos del hospital, cuando algunos compañeros se cruzaban con ella gritaban la consigna: ¡Viva España! en plan burlón, por supuesto, de manera que la doctora Molina, una chica joven, en cierto modo ingenua, ha quedado marcada por este acto corrosivo.
Y es que, de tanto estudiar medicina, algunas doctoras todavía no se han enterado en qué país viven.
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