Doctor, doctor...

Y de ahí la sensación, esencialmente política, de que al responsable de turno siempre le tiemblan las canillas cuando tiene que afrontar cuestiones de grosor. Algo lógico si se tiene que asumir con digestión lenta que esta es una comunidad y no una región y que, efectivamente, no hay capital –ni la habrá–- para la misma.

Castilla y León, la de todos, ha crecido en base a esa sensación de miedos mal entendidos, rivalidades históricas pésimamente encauzadas, sobresaltos estructurales y descontentos generalizados que nadie ha sabido reconducir. Y no era tan complicado.

Así que viene de lejos el relato, y se suma a otros muchos en la misma línea y con el mismo perfil.

Las inseguridades, los miedos y las tembladeras políticas nos ha llevado a nuestro día a día, en el que cualquier decisión de calado se mide tanto que el resultado final suele ser un desastre.

En esa parte del relato encaja la petición formal, serena y hasta prudente del rector de la Universidad de León instando a que se acometa, con urgencia, los procedimientos oportunos para instaurar una Facultad de Medicina en León.

No había en la petición inicial nada más que lo obvio: la comunidad no tiene médicos, existe una saturación excepcional en las facultades actuales (excepcionalmente habilitadas para disparar el número de sus alumnos, lo que conllevará una pérdida de calidad educativa), urgen nuevos procesos formativos y León tiene acreditada solvencia para suplementar sus ciclos universitarios.

La normalidad del planteamiento tuvo, como respuesta, el despiste valorativo del consejero del área: no hay profesores acreditados a tal fin y, por lo tanto, no hay opción.

El irreal planteamiento, el mal relato desde la política, no responde a la lógica sino a la tembladera política del consejero delegado del área.

Otra vez el miedo a los 'demonios' de León, a la feroz rivalidad mal entendida, a los agravios... cuando el rector de la universidad leonesa tan solo hablaba de lo educativo, lo orgánico y lo social. Nada más.

Y ahora un asunto de orden educativo va camino de convertirse en una cuestión de rivalidad política y más tarde será argumento electoral.

En lo obvio hay valoraciones llanas que sustentan la petición realizada por el rector de la Universidad de León: ante lo que se hay (vacantes médicas para regalar) y lo que se viene (jubilaciones por doquier), medidas urgentes, determinación y políticas educativas en el ámbito universitario.

Tal solvente son las palabras de García Marín, tan argumentadas sus reflexiones, que no han tardado en cargarse de respaldo social, empresarial... y médico.

León tiene la capacidad y Castilla y León tiene la urgencia de contar con una nueva Facultad de Medicina. León, en esa parte, tiene varios pasos dados.

A lo lógico, lo coherente y lo responsable le queda ahora superar a su rival más complicado, la política. La Facultad de Medicina terminará siendo un asunto partidista y electoral cuando, en realidad, debería ser un elemento de unión y esfuerzo en común.

O se afrontan decisiones a futuro y se toman con determinación o en esta comunidad (la misma que tiene tantas cosas buenas y tantas malas) no habrá médicos que puedan aliviar el tembleque de canillas en la clase política. Y entonces se hará crónico (más).

Doctor, doctor...