El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), Fernando Simón, durante una rueda de prensa para informar de la evolución de la covid-19. Joaquín Corchero-Europa Press

Pero… ¿hubo alguna vez doce expertos?

EL ESPIGÓN DE RECOLETOS ·

«Vamos, que en el Ejecutivo los virólogos y epidemiólogos son menos que las meigas: porque ni haberlos, ni haylos»

David Felipe Arranz

Valladolid

Viernes, 31 de julio 2020, 08:23

Hace semanas dijimos aquí que, con el desconfinamiento, lo mejor era encomendarnos a la Divina Providencia. Algunos, muy rocieros del presidente –ya sea de este o del que ande de turno–, nos contestaron que había un comité científico que decidía qué territorios iban avanzando en ... la desescalada.

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A requerimiento del Consejo de Transparencia, la directora general de Salud Pública, Pilar Aparicio, se ha descolgado supitañamente con que no existía tal comité. Vamos, que en el Ejecutivo los virólogos y epidemiólogos son menos que las meigas: porque ni haberlos, ni haylos. El 6 de mayo, Fernando Simón, más célebre ya que Elvis Presley, decía a los periodistas: «No les voy a dar el nombre de ninguna persona del equipo», y se quedaba tan ancho con sus «doce técnicos que trabajan en la Dirección General de Salud Pública». Los ministros Illa y Montero también se salieron por la tangente de la experticia misteriosa por esos mismos días. Y el 9 de mayo, dijo que el «comité técnico para la desescalada» lo conformaban expertos de una «extraordinaria calidad», funcionarios del Ministerio de Sanidad que estaban decidiendo «de manera coordinada».

Así que ahí va otro ceviche de chuloplaya presidencial y palmeros 'on the beach'. Macérese y moltúrese todo en el túrmix, se le añade una EPA de un millón de parados y se mezcla con hagiografía de don Simón en moto o sobre tabla de surf, se salpimenta con media docena de 'estarlettes' de Hemiciclo, y se agita hasta tener una crisis bien escarchadita. No decimos que el triunfalismo sea malo, pero es que la mucha imprevisión y la mucha negligencia han mandado al camposanto a más de 45.000 paisanos. Porque hasta la muerte ha de ser dentro de un orden. Que con los expertos y la salud ocurre últimamente como con las vírgenes de Jardiel: que cunde el escepticismo.

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