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JOSÉ IBARROLA

El doble que nos pisa los talones

EL ESPIGÓN DE RECOLETOS ·

«Nuestro otro 'yo' deambula por las esquinas como un fantasma acechante. Eso explicaría el alto consumo de todo en España: le damos al vicio cosa fina y multiplicado por dos»

David Felipe Arranz

Valladolid

Viernes, 26 de agosto 2022, 00:03

Un equipo de científicos españoles coordinado por Manel Esteller ha constado que hay un doble que nos mira en la noche, ese repertorio de nosotros mismos casi idéntico que pertenece a otra persona. Hoffmann –'La aventura de la noche de San Silvestre'–, Poe –'William Wilson'–, ... Dostoievski –'El doble'–, Gautier –'La muerta enamorada'–, Stevenson –'El extraño caso del dr. Jekyll y Mr. Hyde'–, Wilde –'El retrato de Dorian Gray'–, Maupassant –'El Horla'–, Julio Garmendia –'El difunto yo'– o Borges –'El otro' y '25 de agosto, 1983'– ya contaron la pesadilla especular del doble. Pero los medios maquillan hoy la existencia de nuestro otro yo con las fotos amables de François Brunelle donde no se distingue al original de la copia.

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La explicación científica asegura que las similitudes moleculares entre dos personas repetidas obedecen a una correlación entre atributos físicos y hábitos o comportamientos, como la tendencia a ser zurdo o diestro y las adicciones.

En los vicios se resume la condición humana, y nuestro doble se nos parece por los instintos, lo irracional, la mala conciencia, contradiciendo así al suizo Max Frisch cuando dijo aquello de que «los cuerpos son honrados».

La duplicidad y el desdoblamiento explican tanto drama y tanta mentira: a veces el presidente del Gobierno es otro, los diputados en ocasiones son sus sosias, los padres no son los padres siempre y la pareja es la pareja, dependiendo. Nuestro otro 'yo' deambula por las esquinas como un fantasma acechante, con nuestros mismos parámetros biométricos, la misma altura, idéntica ignorancia o similar enganche al tabaquismo, al whisky, al crac, a la coca, a las mujeres… Eso explicaría el alto consumo de todo en España: le damos al vicio cosa fina y multiplicado por dos, como se sabe.

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Así que los expertos ya hablan de pares, de ultraparecidos y de epigenomas. Imagínense encontrarse con su doble a las dos de la mañana en los baños de la discoteca, un susto, un forcejeo posterior y el regreso de uno de los dos solamente. El doble vuelve entonces al hogar, hace el amor con la mujer de uno, va a trabajar a la oficina, paga nuestros impuestos o le cambia el aceite al coche y le pasa la ITV. Nadie notaría la diferencia. Él escogería el otro camino, el bueno, el que no elegimos en su momento, y sería astronauta, futbolista, superhéroe o agente secreto, encarnando lo que pudimos ser y no quisimos ni fuimos capaces.

Ahora que sabemos que nuestras respectivas sombras caminan por ahí, con todas nuestras fieras interiores y peligrosas, la cosa está en localizarlos y llegar a acuerdos con ellos, como el de un decreto ley de ahorro energético o la renovación del CGPJ. Los mismos –que son los 'otros'– han venido a este carajal confuso que es el mundo: habrá que irse acostumbrando.

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