Agosto entra en barrena en el verano más extraño de su historia. El descanso se confunde con la distancia y al final no terminamos de descansar. Ni de distanciarnos. La prueba son los rebrotes. «Para que nada nos separe, que no nos una nada», decía ... Pablo Neruda. Pero el amor al prójimo, o a la prójima, no entiende de mascarillas. Y las noches de agosto son rebeldes e indisciplinadas. Todavía está por ver si el amor no será un virus. Mary, la sobrina del presidente de los Estados Unidos, lo dice en su libro: a Donald Trump nunca lo amaron cuando era un niño. Ya vemos cuánto tiene que ver la falta de amor con las grandes catástrofes del mundo.
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De Bielorrusia llegan imágenes de la Europa del Este cuando era la Europa al este del muro de Berlín. Y de España los ecos de una reunión de urgencia de las autonomías para tratar de poner orden en el caos absoluto. Mira que lo pone claro en las cajetillas de tabaco: «Fumar perjudica seriamente la salud». Pero con el fumar pasa como con los pimientos de Padrón, que unos se lo creen y otros non. Por no estar de acuerdo en nada, Madrid rompe también el principio del uso hospitalario. Ahora lo sensato en la capital del reino es llevarse al paciente al hospital al primer síntoma. Para que cure rápidamente y no tenga que pasar a mayores. Mientras las cigarras sestean en compañía, las hormigas ponen a punto las ucis para el otoño.
A falta de descanso, la primera consecuencia de la distancia parece ser la desunión. Guerra entre países por asegurarse la vacuna antes de inventarla. Guerra europea por los límites al turismo de agosto. Guerra también en el seno de la comunidad científica. Serafín Romero, presidente de la Organización Médica Colegial, ya dice abiertamente que los días de liderazgo de Fernando Simón deben terminar. Sabe que a Simón el Cananeo le llamaban también Simón el Zelote, es decir, el celoso o el apasionado. Pero piensa que es la hora de que la pasión deje paso a la independencia de un comité de expertos nacional. Menos amor y más distancia.
Los expertos, por cierto, que ahora dicen que el contagio podría tener que ver más con la ventilación que con la distancia. Los ventiladores son buenos para todo, aunque a Pablo Iglesias no le guste que se airee el modo en el que se manejan las cuentas de su partido. También Don Felipe y Don Pedro (Sánchez) prefieren mantener la distancia con Don Juan Carlos antes que darle al botón de la ventilación y la transparencia. Dicen que la distancia es el olvido. Pero yo no concibo esa razón.
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Al final, hay amores que matan. Pero también hay distancias letales. Para la economía y para el corazón. Y a lo mejor también para la propia salud. En la línea de la disensión y la distancia, vuelven los que piensan que al virus se le vence mejor como rebaño que como suma de individuos. La historia del guepardo y la soledad del ñu más débil de la manada. A la espera de conclusiones, el cielo vuelve a las Perseidas y mantiene su distancia con el lío tremendo que hemos organizado aquí abajo. Y agosto vuelve a llorar con lágrimas de San Lorenzo. Eso somos, polvo de estrellas. Mas polvo enamorado en la distancia.
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