Martín Olmos

Disney ya no es lo que era

«Los pequeños de ahora ya no suspiran por Blancanieves ni Cenicienta, porque otras propuestas menos ingenuas y mucho más animadas que los dibujos, acaparan su tiempo de ocio y su atención»

Antonio San José

Valladolid

Martes, 1 de junio 2021, 06:57

Para cualquier pareja con hijos en el transcurso de las últimas décadas, resultaba muy difícil, o más bien imposible, no dedicar una parte de su sueldo anual al imperio montado por el genial dibujante Walt Disney. Muñecos de sus personajes, libros, discos, cuentos, disfraces, vasos, ... platos, complementos de todo tipo, juguetes y, por supuesto, películas. Nadie ha podido librarse de cotizar a la multinacional americana cuyos iconos infantiles han deslumbrado a generaciones enteras durante largo tiempo. En este capítulo cabe incluir las excursiones a sus parques temáticos en París o Estados Unidos, donde, además de las entradas, el capítulo de gastos se incrementaba forzosamente con comidas y la inevitable visita a las múltiples tiendas hábilmente esparcidas por sus instalaciones.

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Lo cantaba Sabina y debimos hacerle caso: «las niñas ya no quieren ser princesas». Y los niños, para qué vamos a engañarnos, tampoco se fascinan con los personajes que antaño nos hicieron soñar. En un ultimo intento por conjurar el naufragio, Disney se hizo con los superhéroes de la Marvel y eso le suministró algo de impulso en un negocio que, claramente, da síntomas de agotamiento. No es que su actividad comercial se desplome o que su égida toque a su fin, sino de constatar que las aficiones y los ídolos de las nuevas generaciones van por otro lado. Un declive lento, pero inexorable, que ahora afecta a las tiendas que tenia abiertas en España y que ha decidido cerrar a partir de ahora.

Aquellos locales eran refugios donde añorar la infancia perdida. Acompañábamos a nuestros hijos y, con ese pretexto, nos reencontrábamos con Peter Pan y el Capitán Garfio, con Dumbo y Pinocho, con Bambi y Cruella de Vil. Ahora, todo eso ya no será posible, en primer lugar porque nuestros vástagos ya tienen edad para interesarse por otras cosas y porque en el futuro sus hijos no estarán interesados en una pléyade de personajes del siglo pasado ya un poco revenidos por el tiempo.

En pleno dominio digital, los niños hoy pasan largas horas absortos ante pantallas de diversos tamaños. Su actividad lúdica es interactiva y no la entienden de otro modo. Los clásicos de Disney les parecen algo del pasado y sólo los muy pequeños disfrutan con Mickey Mouse, el Pato Donald, Goofy, Daisy o el tío Gilito. Después, en cuanto crecen mínimamente, se lanzan de cabeza a los teléfonos móviles de los padres y a las tabletas para desarrollar con estos aparatos una relación que puede llegar a ser obsesiva.

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Las cifras de Disney no son tan buenas como antes. El covid ha acabado de acelerar un declive inexorable. Los parques cerrados, los cines sin estrenos y las tiendas sin publico, han actuado como catalizadores de un pase de página muy significativo en una oferta que hasta hace poco resultaba imbatible. Pero la realidad es tan dura como contundente. Las visitas a los entornos de ese imperio hacen disfrutar más a los padres y abuelos que a los supuestamente destinatarios principales de los mismos. Los pequeños de ahora ya no suspiran por Blancanieves ni Cenicienta, porque otras propuestas menos ingenuas y mucho más animadas que los dibujos, acaparan su tiempo de ocio y su atención. Hoy son las tiendas Disney las que anuncian su cierre en nuestro país, pero ayer fueron muchas jugueterías las que han sucumbido incapaces de competir con sus productos con las ofertas digitales. Parece claro que, como cantaba Bob Dylan, los tiempos están cambiando. Por eso Disney, y todo los que simboliza, ya no es lo que era. Ni mucho menos.

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