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El ministro de Universidades, Manuel Castells, en rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, en la que ha presentado su proyecto de Reforma de Universidades EFE
Devaluar la Universidad

Devaluar la Universidad

El proyecto de Castell se anticipa tendencioso políticamente y técnicamente polémico

Diego Carcedo

Valladolid

Miércoles, 1 de septiembre 2021, 07:15

Cuesta mucho explicar y más entender que un país cuente con un Ministerio de Educación, con la enseñanza descentralizada en 17 comunidades con sus respectivos consejeros, un Ministerio de Universidades y otro de Investigación, además de un plan de enseñanza que cambia cada año, todo sin olvidar que los rectores son la máxima autoridad en los centros superiores y los profesores usufructúan el derecho de libertad de cátedra.

Sospecho, tampoco quiero arriesgarme más, que esa variedad es lo que explica que nuestros niños y adultos aparezcan entre los peor formados de Europa y que entre las 500 mejores universidades del mundo apenas haya españolas. En medio de esta dispersión sobresale un ministro en la sombra, el señor Castell, que ocupa su poltrona en el Consejo, se mueve en coche oficial y apenas brilla por su ausencia.

Como según los rumores políticos, que a veces hasta aciertan, ya le queda poco tiempo en el cargo y parece que quiere aprovecharlo con una ley que, como era de imaginar, se anticipa entre tendenciosa políticamente y además técnicamente polémica. Muchos rectores no ocultan sus discrepancias.

El señor Castell por lo que se concluye del proyecto aprobado por el Consejo de Ministros intenta arrimar el contenido a sus ideales y compensar a los que le han encumbrado al cargo con unas normas y disposiciones que les benefician políticamente y, de rebote, condenan a los futuros profesionales a cargar para el futuro con un lastre ideológico del que una democracia seria debería preservarles. Hay muchas frases conflictivas en el proyecto que es de esperar el Congreso cambie.

Una es la que pretende eliminar al Rey de la firma de los títulos de licenciados, doctores o graduados. Se trata sin duda de una estratagema para restarle representatividad al jefe del Estado y, conforme con lo que indisimuladamente pretende Unidas Podemos, irle arrinconando sin funciones. Cae por su pie la intencionalidad y que no se tiene en cuenta que un título firmado por su Majestad cobra mayor significación y siempre tendrá más valor. Es algo que honra a quienes lo poseemos.

Pero el señor Castell se ve que no valora algo tan dignificante para las universidades y para los propios egresados. No es la imagen de institución histórica que es la Universidad lo que intenta dignificar. Todo lo contrario, se trata de rebajarle el nivel. Ni siquiera reconoce la autoridad de los catedráticos a quienes pretende privarles de la condición para acceder al Rectorado, otra iniciativa más para devaluar la Universidad y dejarla a merced de quienes pretendan sacarle rentabilidad propia.

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