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Jorge Vestringe, en un escrache ante la casa de Soraya Sáenz de Santamaría en 2013. Kote Rodrigo-EFE
Deterioro democrático

Deterioro democrático

«No habría que decir que ni el dicterio debería estar en nuestra vida parlamentaria ni el escrache en la convivencia que integra a políticos y ciudadanos»

Antonio Papell

Valladolid

Lunes, 24 de agosto 2020

Nuestro Parlamento se ha convertido en un local tabernario, donde se entrecruzan insultos y descalificaciones bastos y ordinarios, carentes de la menor sutileza, faltos de la ironía que sólo asoma allá donde brilla la inteligencia. Y han regresado los escraches, es decir, las operaciones de ... acoso personal a los políticos en su ámbito privado y familiar. Lo primero no es nuevo –en nuestras Cortes no han abundado ni la buena oratoria ni los discursos creativos– y lo segundo tiene también larga tradición, y ha habido numerosos episodios de esos que hacen detestable la política y que degradan el debate hasta alejar a la opinión pública de sus instituciones.

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