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Uno de los etarras que ahora ha salido de la cárcel, Ugarte, sometió durante 532 días a la tortura del secuestro a José Antonio Ortega Lara. Le hubiera dejado morir en aquel zulo de dos por tres metros de no haber sido por un ... guardia civil que en el último momento descubrió el mecanismo de apertura de la siniestra cámara de tortura. El empresario Julio Iglesias Zamora también fue torturado allí por los etarras, durante 116 días.
Ugarte ha estado 22 años en la cárcel. ETA ha sido derrotada por la democracia española sin haber conseguido ni uno solo de sus objetivos, y ahora sus conmilitones les hacen una fiesta siniestra a los que entraron jóvenes y han salido jubilados, con antorchas y gestos impostados para que parezca lo que no es: que ha merecido la pena asesinar a casi mil personas y pegarse más de veinte años en la cárcel para no conseguir nada. Nada.
Zabaleta, el otro etarra, ha salido de la cárcel después de 29 años. Entró por rematar en el suelo a cuatro guardias civiles a los que no conocía de nada. La matanza ocurrió en 1980, cuando los asesinos en serie estaban seguros de ganar a golpe de acumular cadáveres y cuando la amnistía no se negociaba, se imponía, decían. Ya vemos, 39 años después salen de uno en uno, con 20 o 30 años de cárcel. Cuando entraron no había móviles. De amnistía, nada. Después de cumplir las condenas a pulso, entre la abrumadora indiferencia de la inmensa mayoría, salen derrotados.
Los niveles de tortura, sangre, sufrimiento y destrucción que han provocado los etarras durante años no sé si entran en el umbral «del daño al que teníamos derecho», establecido por Otegui, ducho agrimensor en muertes ajenas. Lo cierto es que ETA solo ha servido para eso: para matar a hombres, a mujeres, a niños; para que las madres enterraran a los hijos. Para nada más. Ni un solo objetivo conseguido después de medio siglo asesina que te asesina.
Montan ahora un teatrillo con el que pretenden encubrir el colosal fracaso de varias generaciones de asesinos, incluídos los largos años pasados en la cárcel. Esa escenografía patética hiere a las víctimas del terrorismo, debería ser rechazada por los actuales dirigentes de Bildu y ojalá pronto sea prohibida.
Enternece ver cómo los medios de la cosa se ahorran ahora mencionar los alias de los etarras, de los que hacían gala cuando la política de exterminio de españoles iba viento en popa. Aquellos 'txirlas', 'pajas', 'dienteputo', 'potros' o 'baldo' han desaparecido, y este último salido no pasa de José Javier, después de media vida en la cárcel.
Se quedan con su sangre derramada, con el dolor sembrado y sus años de cárcel. Las víctimas del terrorismo en España, las únicas en todo el mundo que jamás han replicado al asesinato con muerte, han sido reparadas por la sociedad española y merecen que se prohíban pronto estos montajes.
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