El lenguaje marca la temperatura de la gilipollez del personal y el mapa léxico nos deja en relieve un 2019 con los triunfalismos de la estulticia, a la que los dirigentes de este país le han tomado afición
Están los festejos de Año Nuevo muy cargados de clichés. Los hay que se agarran una merluza galopante –o ciego– en comandita para trasegar este uno de enero como bien se merece, y luego, los más, están los que se atragantan con las uvas televisuales. ... En la tele, la programación se ha repetido por enésima vez a sí misma y lo más visto han sido el eterno especial de José Mota, la Pedroche, entre androide de la Estrella de la Muerte y Metrópolis, y los recortes musicales de otros tiempos en La 2, porque los de ahora, reguetones y triunfitos, no hay cristiano que los aguante. Eso sí, salvo Bertín, que montó el esperpento y recibió en casa y por Navidad a cocineros, raperos con la 'cadenaca', cotillas del 'prime time', sibilas, nigromantes y cómicos, no hubo 'mástereschefs', cosa que se agradece. No sabemos quién les aconsejó a Ainhoa Arteta y a Millán Salcedo que se comieran los langostinos con aquella melé. Antes lo de cenar en familia era una cosa intimísima, oculta a las miradas de los curiosos; ahora es un show o escaparate en 'streaming» digno del Barrio Rojo de Ámsterdam. Y sin arrepentimiento, porque el champán del súper le pega dormilona al personal, y al día siguiente si te he visto no me acuerdo, como en la vida, que cada día parece más una franquicia de Tinder.
Se trata entonces de epatar al personal, porque en tiempos de esta nueva democracia 'redsocialista' te haces un selfi poniendo morritos con la coima o el coime como una moto con sidecar en Nochevieja, o no eres nadie. Crisis financiera es lo que viene, mayormente, según el último informe del Foro Económico Mundial: aumento de la inflación, alza del crudo, reducción de la liquidez global, presión alcista sobre los tipos de interés, menor inversión en tecnología y en economías verdes y, en general, falta de políticas de I+D+i. Vamos, un 'Lo que el viento se llevo' de la modernidad que amenaza con desacelerarlo todo, mientras Revilla sigue hablando de los beneficios de sus anchoas de Santoña, los leoneses –Merino, Llamazares, Mestre, Aparicio, Gamoneda y demás– dicen que con Castilla no –¿devolverán los premios castellanoleoneses?– y sus señorías hacen del debate político un putiferio recurrente que no perdona ni los Reyes Magos. Lo del export-import tampoco nos va a sacar de pobres, vista la guerra comercial en la que ha metido al planeta el millonario (Mc)Donald Trump.
Asoma por el año 2020 mucho 'emoji', que es la palabra del año que ha elegido Fundéu entre varios vocablos candidatos, como electromovilidad, desglobalizacion, neonegacionismo, exhumación, DANA, huachicolero, seriéfilo, influente, albañila, cúbit o superdesempate. El lenguaje marca la temperatura de la gilipollez del personal y el mapa léxico nos deja en relieve un 2019 con los triunfalismos de la estulticia, a la que los dirigentes de este país le han tomado afición. Nosotros preferimos darle la bienvenida al año Galdós, que fue el primero que dijo que lo nuestro era una sucesión de despropósitos (o episodios) nacionales, entre cocido y cocido.
Twitter: @dfarranz
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