Secciones
Servicios
Destacamos
Una alta volatilidad se ha apoderado de la política española, de forma que tanto los partidos tradicionales como los emergentes han experimentado notables vaivenes en su nivel de apoyo en las sucesivas elecciones celebradas en los cuatro últimos años. El nacimiento de nuevas opciones ... en todo el arco parlamentario, el desgaste acumulado por siglas ya existentes y otras de reciente creación y la polarización en el voto están detrás de esos bruscos cambios. Unidas Podemos ha visto cumplido su sueño de alcanzar el poder, aunque sume la mitad de escaños que en 2015.
La otra cara de la moneda es Ciudadanos. Inés Arrimadas se enfrenta a la titánica misión de resucitar un proyecto arruinado por la pérdida de credibilidad y clamorosos errores estratégicos que han ahuyentado a gran parte de su electorado. Su debacle el 10-N resume los riesgos del caudillismo cuando el líder –en este caso, el dimitido Albert Rivera tras el fiasco de su volantazo a la derecha– yerra los cálculos y, lejos de corregirle, sus más próximos cierran filas en torno a él camino del abismo. La propuesta de la formación naranja para ir en listas conjuntas con el PP a las autonómicas que Cataluña, Euskadi y Galicia celebrarán este año representa un viraje de 180 grados tras haber despreciado esa fórmula, planteada reiteradamente por los populares.
Si sorprendente resulta tal volantazo más lo es aún que sea auspiciado por la gestora que dirige de forma provisional el partido y sin un debate interno digno de tal nombre. Máxime cuando el alejamiento de sus orígenes –el centro desde el que inclinar la balanza de las mayorías parlamentarias hacia la derecha o la izquierda y contribuir así a la moderación de los grandes partidos– ha suscitado una profunda división en sus filas y provocado su hundimiento en las urnas. Tras ese giro, que refleja la extrema debilidad de Ciudadanos, es inevitable intuir un desesperado intento de aferrarse a una tabla de salvación en medio del naufragio que amenaza su futuro. Un batacazo en Cataluña como el que auguran los sondeos, tras haber sido la fuerza más votada en 2017, sería letal para su supervivencia.
De ahí que esté dispuesto a renunciar a sus siglas e ir de la mano del PP con la intención de maquillar el desplome. El problema para Cs es que el perfil socialdemócrata de un amplio sector de sus votantes en esa comunidad no garantiza que esa hipotética coalición sume más que los dos partidos por separado. Y que el PP piensa ahora más en absorber lo que queda de Ciudadanos que en listas conjuntas, que en Euskadi aliviarían sus estrecheces, pero que Núñez Feijóo probablemente no necesita en Galicia.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.