La desescalada vírica

Sánchez pide ahora diálogo y unidad, para que no sea el último en apagar la luz de un país que empieza a ponerse en marcha tras un confinamiento colectivo digno de un estilita. Unos le echan más hidroxicloroquina al café, por si vienen mal dadas en octubre, y otras como Christine Lagarde, le echan otros 600.000 millones de euros del BCE a la recuperación, que ya contaba con los 750.000 millones que aprobó otra 'europoderosa', Ursula von der Leyen. De manera que parece que Europa va a aguantar bien, pero no sabemos si por aquí será igual.

Total, que el determinismo ha resultado tener la forma de una quimera que ha zarandeado al país, sin remedio desde Felipe III: lo nuestro es la excepcionalidad. El pensamiento va por desescaladas y, al final, esta guerra pandémica la han glorificado nuestros muertos, que nos redimen de nuestras faltas y pecados ante la Historia, aunque no los mencione de corrido ningún ministro. Ingratitud…