La falta de ideas claras y la existencia de intereses políticos han convertido a España en un verdadero caos. Es imprescindible que la sociedad se sosiegue, primero para hacerle frente a la pandemia que sigue cobrándose vidas, y segundo, para afrontar pragmáticamente sus inevitables daños ... humanos y materiales. Pero a lo que estamos asistiendo es justo todo lo contrario.
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Los políticos que hemos elegido democráticamente para que resuelvan los problemas continúan enfrascados en sus reyertas de patio de colegio y en su irresponsabilidad ante lo que cabe esperar de ellos. Naturalmente que cuando se habla de políticos no se puede generalizar. Hay excepciones, pero no llegan para calmar los ánimos. La gente corriente se siente frustrada y desanimada viendo pasar los días en tiras y aflojas, críticas recíprocas, acuerdos y rupturas sin que nada se resuelva.
Pablo Iglesias y sus compañeros de partido, de quienes cabría esperar savia nueva y aportaciones innovadoras, lo único que están haciendo es generar problemas inexistentes, ponerle obstáculos y trampas a la unidad entre todos frente a la emergencia y crear polémicas inútiles, gratuitas y extemporáneas como atacar a la Monarquía y a la impecable ejecutoria del Rey. Lejos de convertirse en una ayuda y en un modelo susceptible de reactivar la concordia lograda con tanto esfuerzo y sacrificio durante cuatro décadas, es lo único que están aportado los podemitas, quizás porque no saben hacer otra cosa o porque lo único que les ocupa es conservar su poltrona y su coche oficial.
Necesitan calmar a sus afines, quienes les exigen utopías sin límites, como apoyar al régimen de Maduro, y para ello recurren a provocar cuestiones entre absurdas y maliciosas que distraigan la atención de su ejemplo de inutilidad en el Gobierno y de obstáculo para el entendimiento con otros partidos entre el Ejecutivo y la oposición.
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Pero no son solo los líderes de Unidas Podemos los culpables de mucho de lo que está explicando la crisis de descontrol rayano en caos que se respira. También despierta crítica la despreocupación por la situación y su futuro de otros partidos que se olvidan de que sus votantes sufren las consecuencias de su propensión a desentenderse. Es comprensible que a veces estos partidos lo hagan viendo cómo la coalición de Gobierno desbarra buscando apoyos entre los enemigos de la unidad, los que no dudan en recurrir a la violencia para conseguir sus objetivos, pero nada hacen para impedir esta deriva odiosa y frenar la vuelta a las dos Españas que se está propiciando.
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