Desamparados
Cola de león ·
La mente, especialmente tras una autolesión, requiere algo más que una cita ocasional, medicación y vigilancia por parte de los seres queridos que, éstos sí 'pueden', pero no saben cómoCola de león ·
La mente, especialmente tras una autolesión, requiere algo más que una cita ocasional, medicación y vigilancia por parte de los seres queridos que, éstos sí 'pueden', pero no saben cómoEstá de moda mostrar preocupación por la salud mental. Está de moda como los pantalones de tiro alto o las camisetas por encima del ombligo. Uno dice que le inquieta el tema y ya está, ya es defensor de la salud mental. Pero que la principal causa de muerte entre nuestros jóvenes sea el suicidio debería provocar algo más que una simple declaración de intenciones. No es suficiente, hay que actuar.
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La persona con una enfermedad mental ni quiere tenerla, ni ha elegido ser agraciada con una colección de demonios internos que le machacan de forma constante y cruel. Es usual escuchar frases del tipo «tiene que querer curarse». La cuestión no es querer, es poder. Es tener fuerzas siquiera para levantarse de la cama y subir la persiana.
Tras la pandemia los intentos de suicidio se han duplicado y la respuesta que tiene generalmente quien quiere dejar de vivir, si no consigue su objetivo, tras recibir el alta, cuando se recupera de cuerpo pero no de alma, es una cita para dentro de un mes o dos. Los familiares desesperados tratan de buscar ayuda y una y otra vez se encuentran con el mismo muro de nada.
La mente, especialmente tras una autolesión, requiere algo más que una cita ocasional, medicación y vigilancia por parte de los seres queridos que, éstos sí 'pueden', pero no saben cómo. En 1986 se aprobó una reforma psiquiátrica que cerraba los 'manicomios' y se prometía el derecho a recibir una atención adecuada. Bonita promesa, pero cada cierre no ha supuesto la apertura de centros especializados al mismo ritmo. Y mientras los demonios internos continúan destruyendo al enfermo y a los que le quieren, éstos siguen con su peregrinaje errático buscando desesperadamente que alguien termine con su desamparo y les ofrezca ayuda real.
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