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La acelerada y pasmosa evolución de los acontecimientos ha llevado al PP, en apenas dos semanas de vértigo, de un cisma que llegó a poner en peligro el cuajo de la sigla que ha gobernado 15 años el país a la expectación –ilusión para los ... cuadros y militantes– ante la llegada a la presidencia de Alberto Núñez Feijóo. El aún máximo responsable de la Xunta de Galicia atesora la suficiente experiencia, autoridad interna y reconocimiento de puertas hacia fuera como para erigirse en el rescatador de los populares en sus horas más difíciles. Pero al margen de los escollos que entraña el manejo de este tiempo de transición, con un líder que solo lo será oficialmente en el congreso extraordinario de Sevilla del 1 y 2 de abril, la aclamación de Núñez Feijóo no evaporará por sí sola las cuitas de los suyos. Por de pronto, es preciso aclarar el oscuro episodio del contrato de las mascarillas y el supuesto espionaje a Isabel Díaz Ayuso, dado que salpica a las instituciones de todos los madrileños. Y, junto a ello, el futuro presidente de los populares tiene ante sí el reto de redefinir la estrategia de oposición de tal manera que ésta sea vista como propia frente a la presión de Vox, solvente y constructiva de mayorías amplias y plurales en su objetivo de alcanzar la Moncloa.
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