Democracias duras
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A Trump se le echa encima el Legislativo. Y lo mismo le está sucediendo, a 5.894 kilómetros, en Londres, a su émulo Boris JohnsonSeis banderas seis de los Estados Unidos como telón de fondo. Por si cupiera alguna duda. Y sobre ellas, en azul ángel vengador, la figura de Nancy Pelosi. Su voz que anuncia la investigación parlamentaria previa al proceso de destitución de Donald Trump. ¡Qué momento! ... A pesar de su demanda de unidad entre los republicanos, a alguno de los suyos se le ha escapado la palabra: traidor. Traidor a la patria. Lo mismo que dicen en su casa de Volodomir Zelenski. El cómico empieza a sentir la diferencia entre interpretar el papel de presidente y ser presidente. O no. La constatación, en todo caso, de que vivimos una nueva guerra fría. «En los viejos tiempos a los espías se les trataba de otra manera». Es lo mejor que ha dicho Trump sobre el asunto.
A Trump se le echa encima el Legislativo. Y lo mismo le está sucediendo, a 5.894 kilómetros, en Londres, a su émulo Boris Johnson. El poder judicial fue taxativo, por boca del Supremo. Y ahora el Parlamento está más que indignado. Hasta el punto de escucharse el grito, dirigido al primer ministro: «Deberías estar en la cárcel». Tampoco en este caso el aprendiz de gallo dejó de escupir su bilis negra. «La mejor manera de honrar la memoria de Jo Cox es permitir que el 'brexit' se lleve a cabo». Lenguaje de extrema derecha, dicen los que todavía creen en la caballerosidad de la política británica. Trump y Johnson: los dos más altos representantes en el planeta de eso que llamamos Occidente. Mal asunto.
«Un pueblo habituado durante largo tiempo a un régimen duro pierde gradualmente la noción misma de libertad». Lo escribió Jonathan Swift, el autor de 'Los viajes de Gulliver', en el siglo XVIII, en referencia a la sucesión en el trono de Jorge I y Jorge II de Inglaterra. Regímenes duros. Democracias duras, que a veces se parecen mucho a las dictaduras blandas. El talón de Aquiles de los dos gigantes anglosajones. Esos que presumen, cada uno por su parte, de haber inventado la democracia. Esos a los que no les sentó nada bien que la Unesco declarara los 'documenta' de Alfonso IX, emanados de la Curia Regia de León en 1118, como memoria del mundo. Como la verdadera cuna del parlamentarismo europeo. Leyenda blanca.
Es chocante que mientras los primeros gallos del mundo, con sus crestas, se afanan en implantar su ley sobre el gallinero del pueblo, aquí, en este denostado país del sur de Europa que se llama España, volvamos a reflexionar sobre el verdadero alcance de nuestra democracia. Y lo hagamos regresando a las urnas. Pero también desenterrando a nuestro último dictador. Ese Franco que está ahora mucho más vivo que hace veinticinco años, como dice Antonio Banderas. Picos, palas y grúas para invocar a los fantasmas.
Sé que con la que está cayendo, no es como para estar muy orgullosos de la manera en que los españoles tratamos de lidiar con los callos, con las durezas de la democracia. Pero viendo cómo se comportan algunos vecinos, a uno le parece hoy que ni en Europa, o lo que queda de ella, ni por supuesto en España, o lo que queda de ella, estamos tan mal. ¿Consuelo de tontos? Puede ser.
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