¿Había alguna duda de que las elecciones en Cataluña no iban a resolver nada y que solo servirían para que tomaran impulso los separatistas? ¿No podía evitarse que un tipillo como Puigdemont, prófugo de la Justicia y abanderado del desprestigio de España en los foros internacionales, se presentara a unas elecciones democráticas desde la que pretende la involución del sistema? ¿Tenemos los españoles que seguir pagándole su tren de vida, en un palacete de Waterloo, a alguien que no puede pisar España sin el riesgo de ser detenido? ¿Es muy democrático permitir que una comunidad puntera como Cataluña esté supervisada desde Bélgica por un mamarracho que odia a España y lleva años arruinando a Cataluña? Después de tres meses de enredos y fantasmadas, resulta sarcástico que el sistema democrático permita que el que ganó las elecciones, el PSC, no pinte nada y que entre todos, democráticamente, puedan distraerle un senador a VOX. Cuando aún no han iniciado la nueva pantomima, ya están exigiendo reuniones al Gobierno para concretar indultos, amnistías, más recursos…
¿El sistema democrático tiene que soportar en el Parlamento español a enemigos de una España a la que odian o, en el mejor de los casos, les es indiferente porque lo que pretenden es romperla en su propio beneficio? ¿Puede un gobierno democrático apoyarse en los votos de filoterroristas, herederos de una banda de delincuentes con casi novecientos asesinatos? ¿Negociar con ellos y en una toma y daca, vergonzoso intercambio de cromos, cederles competencias penitenciarias para que los pistoleros obtengan beneficios para reírse de las víctimas y blanquear sus asesinatos? ¿Es muy democrático que el Gobierno de España se ahorme con el permiso de los representantes de ideas que la llenaron de temor, de luto y de dolor? Resultará democrático incluso el tiro en la nuca.
Cuando la democracia chirría hay que engrasar sus goznes, observar su evolución para, como se hace con la vacuna de AstraZeneca, evaluar los efectos que ponen en riesgo su eficacia. Una democracia asentada admite revisiones y enmiendas capaces de corregir sus derivas hacia el esperpento. Corremos el riesgo de asentar una dictadura en el sistema democrático. Una bufonada es peor que una dictadura, contra la que nos levantaríamos los demócratas.
Podemos engendrar una democracia dictatorial, similar a las dictaduras democráticas en las que también se ejerce el recurso de elecciones «libres», goza de tribunales «libres», sindicatos «libres», prensa «libre»… En las dictaduras también se vota y durante el denostado franquismo había votaciones para elegir a los representantes en las Cortes, hoy Congreso de los Diputados. ¡Y sindicatos! ¿No se vota en China, Marruecos, Venezuela o los Emiratos? Camelos, democracia y la dictadura, como el agua y el aceite, no mezclan, tenemos que elegir. Aceite o agua.