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La democracia consiste en elegir periódicamente a quienes gobiernan lo público o, mejor dicho, lo colectivo ya que también debería haberla en el ámbito privado. Pero el voto no es un cheque en blanco que se otorga al votar, sino que quien lo recibe está ... obligado a buscar el interés general en todas sus actuaciones y a dar cuenta de ellas, cosa que no siempre ocurre. Hacerlo bien no es lo habitual, e incluso hay quienes consideran que una nueva elección es suficiente para legitimar y legalizar todo lo realizado y que una reelección les exime de cualquier responsabilidad.
Una auténtica democracia necesita el refrendo ciudadano de las acciones de gobierno, sin que haya que esperar a la finalización del mandato. Para ello se necesita contar con ciudadanos y ciudadanas exigentes, además de la existencia de canales adecuados para que este control pueda ejercerse de forma eficaz. Aunque algunas sociedades optan por hacer consultas frecuentes a la ciudadanía, lo habitual es que el control se ejerza a través de las organizaciones sociales y de su participación política, de manera que es el propio tejido asociativo el que propone, controla y evalúa las políticas públicas.
Para que verdaderamente exista una sociedad participativa es imprescindible impulsar el asociacionismo de todo tipo. Quienes gobiernan deben ser receptivos a las propuestas recibidas y actuar con transparencia y lealtad, y se necesitan medios de comunicación independientes para ayudar a que la ciudadanía sea crítica y exigente. Además, debe dotarse a las organizaciones de recursos suficientes para poder llevar a cabo esta función. Y, faltaría más, hace falta que todas ellas tengan un funcionamiento democrático.
Me preocupa que hoy en día se otorgue más valor a personas que, actuando a título individual, se arrogan la representación de la sociedad en general sin haber sido elegidas en ningún proceso democrático. Es algo que algunos medios de comunicación propician, despreciando a la sociedad colectivamente organizada, ninguneando a quienes tienen representatividad de parte de la sociedad, en favor de opiniones personales de individuos que no representan a nadie.
Tampoco construye democracia que se identifique la participación social con webs de 'gobierno abierto' sin más, en las que dejar colgadas quejas y propuestas ciudadanas, como si se tratase de un muro de las lamentaciones. Esta forma de entender la democracia participativa pervierte el sistema democrático en lugar de fortalecerlo, como aparenta pretender, porque se trata de una participación aparente, ya que quien la propone no está realmente interesado en ella, sino que la utiliza únicamente para legitimarse.
Impulsar un modelo social que aparenta ser participativo y hacerlo mientras se fomenta el individualismo, es la mejor manera de desestructurar la sociedad desde dentro, dando vía libre a quienes la gobiernan, lo que provoca desafección e indiferencia respecto a lo que debería ser una de nuestras principales preocupaciones. Mucho ojo con avivar esta forma de participación ficticia; porque quienes lo hacen serán los responsables del desmantelamiento social que supondrá convertir nuestra democracia en un trampantojo.
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