El debate, que está teniendo lugar en varios países de la Unión y en las instituciones europeas, versa sobre el hecho de que casi el 25% de la deuda pública europea está ahora en manos del BCE. Nos debemos el 25% de nuestra deuda a ... nosotros mismos. Si devolvemos este dinero, tendremos que recuperarlo de alguna otra manera, ya sea volviéndolo a pedir prestado o relajando los equilibrios presupuestarios. Algunos economistas, políticos y actores económicos y sociales ya están planteando una posibilidad atractiva, que se condone la deuda de los países: aunque está en marcha el plan de rescate europeo, con una dotación de apenas 300.000 millones de euros en subvenciones durante tres años, esta ayuda está muy lejos de los dos billones de euros solicitados por el Parlamento Europeo.

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Y los autores del trabajo recuerdan que el Tribunal de Cuentas Europeo ya indicaba en 2018 una necesidad mínima de entre 300.000 y 400.000 millones de euros de inversión adicional al año para financiar la transición ecológica en Europa. Las cancelaciones de deuda se han producido en momentos trascendentales de la historia. Así ocurrió, por ejemplo, en 1953, cuando Alemania se benefició de la condonación de dos tercios de su deuda pública, lo que le permitió volver a la prosperidad y afianzar su futuro.

Pero el momento actual, cuando el mundo está subyugado por la peor pandemia que ha sufrido en más de un siglo, es altamente especial, por lo que la medida excepcional estaría plenamente justificada. 2.500.000 millones de euros están al alcance de toda Europa, más de lo que pedía el Parlamento Europeo. El caso no está contemplado en los tratados pero tampoco los estaban la expansión cuantitativa de Mario Draghi. El mundo es de los audaces.

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