El 'no es no' al debate mixto
El espigón de Recoletos ·
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El espigón de Recoletos ·
Salas integró a la mujer en el sistema investigador pero, cincuenta años después, el sistema político desintegra y disgrega los géneros en dos debatesMurió Margarita Salas, discípula de Severo Ochoa y pionera de la investigación genética en la España desoxirribonucleica del embutido, el tintorro y el fútbol. Con una beca estadounidense, Salas logró avances capitales en el estudio del ADN: miembro de la Real Academia Española y ... de la Academia Nacional de Ciencias de EE UU, qué buena ministra de Ciencia, Innovación y Universidades hubiera sido Margarita. Sus discípulos, los 'margaritos', hoy lloran ausencias: ya no hay maestros como ella, dicen, tan pasionales, rigurosos, trabajadores y mentores de sus alumnos.
Y es que Margarita sabía bien que los virus bacteriófagos tienen mucha hambre. Ella representa el divorcio entre la España heroica y la España surreal; porque la suya fue una gesta de mujer científica en el rranquismo, cuando en los laboratorios españoles las únicas mujeres que podía ver uno eran las de la limpieza. Salas integró a la mujer en el sistema investigador, pero cincuenta años después, el sistema político desintegra y disgrega los géneros en dos debates: los chicos del Preu van a TVE y las chicas a la reválida de La Sexta. Como en el antiguo Bachillerato: cada sexo con sus iguales, en un homoerotismo efervescente e involuntario. Así que los candidatísimos, cara a este domingo, se midieron las fuerzas ante unos Vicente Vallés y Ana Blanco petrificados por tanta testosterona, pero sin las miradas cómplices y femeninas de ellas.
El pasado jueves, pues, las candidatísimas, convocadas por Ana Pastor a su tele, demostraron que las chicas son guerreras y saben ir más a lo concreto que sus secretarios generales, que pierden testiculina por la espita del ego, el narciso, la autofilia, Onán y todas las 'vanitas vanitatis' juntas. Fue su gresca televisual un cuerpo a cuerpo áureo en traje-chaqueta de mujeres que se enervan, se encrespan y se dicen las verdades del barquero. Salieron a relucir los progres, la fiscalidad, el paro, el Estado de las autonomías, la violencia machista, los consentimientos sexuales, las cadenas perpetuas para los violadores y la perspectiva de género: todo un género en perspectiva. Se saben altas damas y en su rifirrafe, en el combate femenil, salió a relucir una realidad: ellos no se las merecen. En ellas podía adivinarse una mirada convergente y un reproche tácito al machirulo ibérico, digamos.
De la misma forma que Sánchez piensa que los fiscales dependen del Gobierno, según le dijo a Íñigo Alfonso en RNE, en nuestra tele viejo-moderna y en los gabinetes políticos que sí creen en la separación por géneros vuelven al debate unisex, al estilo de los nacionalcatólicos de Joaquín Ruiz-Giménez; hasta que Los Bravos le cantaron al ministro Manuel Lora-Tamayo en 1967 aquello de «los chicos con las chicas tienen que estar», y le tumbaron la homo-educación y la homeostasis a ritmo yeyé. Vuelven las inercias educativas del Régimen, los resabios mentales del cole y el reembolso del fantasma del Caudillo, cuya maldición avanza entre propios y extraños. Porque, aunque los cuerpos sean honrados, las pedagogías mixtas no se pueden adoptar así, tan de golpe, amore. Que no es no.
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