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Una casa abandonada en medio de una pradera de Castilla y León.
El último libro de viajes

El último libro de viajes

«Los futuros viajeros y escritores errantes habrán de acostumbrarse aún más que él a conversar con la soledad, la tristeza y la belleza únicamente natural»

Viernes, 17 de marzo 2023, 14:43

Al viajero y escritor errante se le acaba el tiempo. Las tierras que sueña con recorrer a pie pronto se quedarán cojas y huecas, sin gente. Dentro de diez, veinte o treinta años a lo sumo, el que caiga por estas tierras como hoja seca, ... como matojo mecido por el cierzo, no tendrá intérpretes que le expliquen simple y llanamente lo que no conoce y ve. En el improbable caso de que marche a pie, hiriendo mil caminos perdidos, no encontrará a nadie que le salga al paso, como mucho algún turista o vagabundo errante como él. No habrá viejos a la solana con los que departir y charlar; pastores, labriegos u hortelanos con los que compartir miserias, tajadas o trozos de pan; mujeres a las que escuchar cantar en su eléctrico trajinar o solteros de bar profesional con los que beber mucho y jugar. Mucho menos habrá niños trasteando por las calles que miren y le pregunten tímidos al pasar o sacristanes perpetuos que le enseñen la iglesia como una capilla particular, con la retahíla de obras, milagros e historias de la virgencita románica que yace en el altar. (¿Habrá iglesias abiertas para aquel entonces?) No habrá, en fin, y esto será también un mal mayor, posadas y tabernas en las que yacer, yantar y beber el mismo vino que encharca la tierra y el nuevo viaje habrá de ser, por necesidad, un viaje de ver, andar y poco más.

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