Pedro Ruiz es inmortal
«En su show, exigente con la realidad circundante y acariciante con aquellos mencionados, revisa medio siglo de alma española al son de su guitarra, porque también canta y compone»
Pedro Ruiz, aparte de ser un crítico elegante con el sistema y un actor que en escena siempre se interpreta a sí mismo, es también ... hombre de teatro y monólogo. Sus vídeos en las redes sociales concitan la pasión de quienes lo seguimos con devoción. Su último estreno para conmemorar cincuenta años de amor, arte y espectáculos, 'Mi vida es una anécdota by confidencial', en los Teatros del Canal y con el cartel de «no hay entradas» avala que el público quiere más Pedro Ruiz. Ahora, la gente joven, ha descubierto que en la España transicional éramos ideológica y sentimentalmente más libres. Esta condición actual friolenta y depauperada que tiene hoy la vida nacional es lo que más contrasta con la genialidad de Pedro Ruiz, cuyo padre Federico, por cierto, era de Valladolid, trabajaba como chófer del marqués de Riscal y su familia regentaba un garaje en la calle del Nogal.
El último creador de aquella manera de pensar y de vivir a la española –aquí también entran Cela, Umbral, Jesús Quintero, Antonio Gala, Luis G. Berlanga, Sara Montiel o Fernando Fernán Gómez– es Pedro Ruiz. Y esta abundancia de talento es el decantado de una vida social e intelectual que hoy brilla por su ausencia y que, por entonces, se debía a que dramaturgos, periodistas, cineastas, cupletistas y otros ingenios de esta Corte, la crème de la crème de la intelectualidad, eran populares y televisuales, e iban de las musas a la pequeña pantalla con facilidad educativa y reconfortante. En su show, exigente con la realidad circundante y acariciante con aquellos mencionados, Pedro Ruiz revisa medio siglo de alma española al son de su guitarra, porque también canta y compone. Ahora tenemos la escombrera mental de 'La familia de la tele', con la Esteban y otras especies, y así nos va. Porque hoy en día, el español que no se ríe con estas vulgaridades de los 'salvameses' de la sobremesa es sospechoso. ¡Si Hermida levantase la cabeza!
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