En estas fechas, ideales para recordar, vamos reviendo muchas cosas a través de la ventana de la infancia, en especial de aquellos juguetes que nos traían con presteza ilusionante los Reyes Magos, el logro supremo de la magia realizada en las vidas de los más ... pequeños, cuando penetrábamos en los ancestrales arcanos de la natividad, llena de visiones y olores estimulantes, rezumante a sacralidad y rico en celebraciones. Con los muñecos, los cochecitos, los indios y vaqueros, el Cinexin, los almanaques de TBO o los tomos de Películas de Walt Disney íbamos reuniendo prodigios traídos directamente por sus majestades del Lejano Oriente hasta Valladolid. Un poco en secreto saciábamos la curiosidad indagando meses antes en estos regalos para escribirles la carta a los tres monarcas. No nos hacíamos preguntas: el ensueño operaba y la fantasía nos sobrepasaba con mucho.

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Pues bien, para felicitarles las Pascuas a sus empleados, la juguetera Hasbro acaba de despedir al 29% de sus trabajadores, los hacedores de Peppa Pig, Transformers, el Monopoly y Dragones y Mazmorras. Así dicen los directivos de la compañía que se ahorrarán 93 millones de euros al año porque los niños ya no juegan con juguetes: quieren el juguetón de moda, la 'tablet', la de todos los hogares del planeta, y ya sin aquella larga paciencia de infantes, porque ahora se la sirve a domicilio un 'paje' de Amazon en un santiamén. Esto es estar hoy en el mundo: recordar con la más vívida rememoración esos juguetes de la infancia, brujescos como si las manos enguantadas de Melchor, Gaspar y Baltasar hubiesen rozado por unos instantes el frío de Castilla. Pero después de todo lo que hemos dicho y recordado sobre estas fechas, hay algo que siempre permanece: el reparto a domicilio de los 'camellos', pero en patinete eléctrico.

–¡Niño! ¡Qué cosas tienes!

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