Secciones
Servicios
Destacamos
Siempre hemos tenido la sensación rara y extraña de que las plazoletas, los arcos y pasajes, las últimas confiterías y las tiendas de ultramarinos con sus escaparates de madera y su aroma a bacalao en salazón eran la aurícula de la modernidad, porque, efectivamente, en ... plena Ilustración fueron trazados. Cuando volvemos a Valladolid nos amparamos en ellos como su fuesen invernaderos del tiempo. En cuanto se inicia la primavera, los castellanos hacen vida al aire libre y la van tejiendo en la plaza Mayor y alrededores: sus mejores horas son las veraniegas, dicen, aunque nos gusta mucho el frío castellano, sentir cómo se enreda por sus balaustres y columnatas elegantes de piedra de cantero, trincheras del alma. Nuestras plazas son sitio para que se sientan reconocidos los parroquianos: allí se estacionan los hombres a observar y a respirar, mientras contemplan al conde Ansúrez y evocan sus hazañas, testigo de las arras que el Cid le entregó al padre de Jimena.
Por estas plazas acuden aún la sombra de los hombres de letras y ciencias y la de los últimos románticos, los que vendían libros en los soportales de la Fuente Dorada o los que iban a Cantarranas en busca de tesorillos. Ahora, hechos estatuas, nos hablan en el Campo Grande: Leopoldo Cano, Núñez de Arce, José Zorrilla o Miguel Íscar, quienes, en esta hora neutral, lejanas ya las fatigas del hombre, dejan sus perlas de sabiduría, acuñada desde muy antiguo. Pero, ante todo, recordamos nítidamente aquella sublime elegancia de todo, desde la recoleta y más humilde tienda al paseo modernista, y constantemente nos salen al paso avisos para apartarnos de la vulgaridad reinante, de «lo cutre». Quizá la felicidad sea eso precisamente: resistir e incluso revelarse –educadamente, claro– ante el avance de tanta grosería. Como los maestros antiguos.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.