Germán Vega o el caballero de Olmedo

La gran fiesta del teatro ha colgado esta semana tafetanes de oro y grana en las vetustas murallas de Olmedo, en homenaje al Fénix de ... los ingenios. El XVII Festival de Teatro Clásico en la Villa del Caballero, que junto a Benjamín Sevilla codirige con habituales elegancias Germán Vega García-Luengos, sabio discreto, humanista digital, Baskerville de manuscritos y organizador de cortejos aurisceulares, ha culminado con la lectura dramatizada de 'El castigo sin venganza', en versión de Emilio de Miguel, con unos apabullantes Clara Sanchis, Arturo Querejeta y Marcial Álvarez recién escapados del marquesado de Ferrara. La noche anterior, 'El Amor enamorado', escrita por un senecto Lope, encendió el debate entre el respetable. A muchos nos gustó por el hercúleo trabajo de llevar a escena tan arriesgada obra, muy en la línea de 'El sueño de una noche de verano'. Hubo de todo: del cine nacional e internacional a la inteligencia artificial en busca de Lope –La francesa Laura y las tecnologías al rescate– y otros, pasando por la censura –extraordinario el estudio de Héctor Urzáiz Tortajada– y el homenaje al entrañable Teatro Corsario y a la musicóloga Alicia Lázaro, que en paz descanse. En el capítulo de las epifanías personales figura nuestro reencuentro en la representación de 'El marqués de las Navas' – pieza singular raramente representada– con el maestro leonés José Luis Alonso Ponga, investigador formidable y fecundo, estudioso de las campanas del Vaticano y otros repiques y tañidos castellanos, paisaje sonoro de nuestros padres y ancestros. El Festival ya tiene una cosa entre glamurosa y académica, el justo medio para que no falte nadie el año que viene, con esta canícula filológica y deslumbrante que monta Germán, la gala de Medina, la flor de Olmedo… con permiso de León, claro.