Los españoles, los últimos en informarse

Estoy sentado en un banco del Campo Grande, después del paseo por las librerías de lance de la ciudad, que ya es un lujo. Abro el periódico (en papel), porque algunos leemos en pantalla y amamos también el tacto de la pulpa y la tinta. ... El Digital News Report 2023 del Instituto Reuters y la Universidad de Oxford no nos deja muy bien parados en consumo noticiero: en España, el interés por las noticias ha caído 34 puntos porcentuales desde 2015, uno de los descensos más grandes del informe, y solo el 33% de los españoles confía en el periodismo. Además, el número de lectores de prensa en papel, un sector que ha perdido el 60% de sus lectores en la última década, ha descendido por debajo de los 6 millones de españoles. Lo que nos cuentan es un espejo, y este Valladolid de piedra y árboles, poetas y figones, tiene algo de baluarte o bastión, con esa lucidez para todo, hecha barbacana de sosiego y milagro castellano. Por primera vez en nuestra historia hemos accedido más a Internet (84,3%) que puesto la televisión (83,3%). La gente ya no sabe cómo ha ido paseando hasta su destino, qué acera ha cruzado o qué urbanita amistoso ha pasado de largo y de refilón, respirando la luz fría del teléfono, leyendo compulsivamente idioteces, vídeos virales o mensajes inanes que nos apartan de la sutileza purísima de la calle, donde se enredan las luces y sombras de la vida. Antes veíamos la tele todos juntos en el sofá, ahora, en el sofá, llevan los muchachos la tele en la palma de la mano y ya no nos miran a los ojos, esa vieja costumbre. A veces me entra el frío digital y me quedo casi inmóvil, craquelado con tanta micropantalla. El papel puede evitar el monumental fracaso emocional del siglo que se avecina… siempre que algún capitoste o ministro quiera que dejemos de fabricar zombis, claro.