El dulce hogar y la amarga política se maridan en el bulo de la precampaña. El Ejecutivo se cuelga la medalla del café (y ladrillo) para todos, pero no. 4.000 millones de euros de préstamos del ICO dice Sánchez que irán destinados al alquiler social, ... que se ha convertido en la pesadilla 'millennial', las lágrimas de Jeremías de la generación perdida de entre las perdidas: sin trabajo digno, sin vivienda digna, con el desencanto y el desengaño como compañeras de vida, pero con la mirada fija en un 'smartphone' de 1.000€, para chatear con los colegas. La Inteligencia (ya solo es) Artificial, como sabe Zuckerberg, que vive de fundir las neuronas del personal en la pantallita.

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El cinismo es mayúsculo cuando acudimos a las altísimas cotas de pobreza infantil y juvenil en España, la incapacidad lectora de la muchachada, su tirria a los clásicos y esa larga sucesión de consumo atravesado de idiocia que oferta TikTok, red tóxica y breve en la que viven y se emocionan, la fuerza motriz de nuestros más jóvenes.

Los psicoanalistas ya han dicho que estamos llevando a nuestros hijos a la depresión, pero mejor que buscar soluciones a largo plazo, la oferta propagandística de la utópica vivienda barata endulzan de ilusión los breves y escasos (dicen) momentos de felicidad de las nuevas generaciones.

Haría falta reeducar, sin ir más lejos, a los padres (generación X), que ya pertenecen, como sus hijos, a los seducidos recientes por la demasía del gallinero audiovisual. Y ya no se distingue al vástago del progenitor frente al fraude de la videoconsola. Saturno siempre acaba por devorar a sus hijos. A ver quién de todos los jetas abre ese melón, ministra.

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