Consortes de los participantes en la Cumbre de la OTAN, en el Teatro Real de Madrid. BALLESTEROS / EFE

Cumbres y abismos

El avisador ·

«Las generaciones actuales parecen incapaces de transformarse ni ecológica ni digitalmente, y las 'next generations' siguen 'in albis'»

Carlos Aganzo

Valladolid

Sábado, 2 de julio 2022, 00:02

Prohibieron a los españoles viajar a Madrid. Y dejaron a los madrileños todo lo encerrados en casa que les fue posible, para que los jefes del mundo occidental circularan libremente por la capital de España. Como si estuviéramos en estado de sitio. Pero resultó ser ... todo lo contrario. Nada de desfiles militares. En todo caso, desfiles de moda entre las primeras damas (hay cosas que no cambian) para colocarse delante de las Meninas. Nada de generales con uniforme de campaña decidiendo la estrategia desde un búnker. Más bien primeros caballeros haciendo cábalas sobre cómo colocarse de la manera más favorable en la foto.

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Muchas sonrisas y muchos abrazos y mucho glamour decimonónico para hablar de la escasez de recursos ante la guerra. Y la respuesta de Putin: el reenvío masivo de esa foto suya (hace unos años) tomando el sol en Siberia, con el atlético torso desnudo. Lo «repugnantes» que le parecen los mandatarios del Atlántico Norte, fofos y alcoholizados como los pueblos a los que representan… Imágenes de una cumbre de la OTAN que van a tardar un tiempo (al menos hasta que nos llegue la próxima factura) en borrarse de nuestras retinas.

Y todos, el Gobierno, la oposición y la oposición dentro del Gobierno, en primer tiempo de saludo. Ni una palabra de cómo quedan Ceuta y Melilla en la geoestrategia universal. Pero es lo mismo. Hacen falta 90.000 millones más para reforzar la paz a fuerza de armamento de última generación. El 2% del PIB que exige Biden. Y la verdad, aunque en los nuevos ministerios todavía quede alguno con carnet del 'flower power', lo cierto es que desde allí las guerras se viven siempre de otra manera. Mejor ponerse guapas (y guapos) para la recepción, que andar más por las calles detrás de las pancartas.

Eso, claro: el Madrid 'prime time' para los que están en la cumbre. Porque a los mandatarios de serie B les ha llegado otro aviso. Por primera vez desde el crack del 2008 la deuda de los ayuntamientos crece. Tampoco los empresarios comparten la exaltación. Frente a los 90.000 del rearme militar, al menos 6.700 millones del fondo europeo de rescate a las empresas se van a quedar en la buchaca. Volverán al lugar del que nunca salieron, porque al parecer los empresarios españoles, a tono con los altos funcionarios del país, no saben rellenar los formularios. Las generaciones actuales parecen incapaces de transformarse ni ecológica ni digitalmente, y las 'next generations' siguen 'in albis', sumando más años de cotización como ninis que como trabajadores con seguridad social.

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Tendremos, todos, que volver a pedir dinero al Gobierno bipolar de España, que por lo menos ya ha recaudado 6.000 de esos 6.700 millones perdidos en Europa, gracias a la magnificencia del IPC. A cargo, eso sí, de trabajadores y pensionistas. El 10,2% de inflación en junio. Y subiendo. Los jóvenes rusos y ucranianos se mueren en la guerra, mientras que los españoles se pudren en la paz.

Y el paso del tiempo no está a favor de los nuestros. Nos frotamos las manos porque la economía rusa ya ha entrado en quiebra técnica, pero en esa otra guerra, la de los números, seguimos acumulando debilidad. El gas y la gasolina nos intoxican, los cereales no terminan de salir de Ucrania y el hambre es el culpable de que los emigrantes de Sudán terminen masacrados frente a los muros de la patria mía, en las fronteras de África. Ahora, ya por fin, por culpa de los excesos del socio marroquí, dice Pedro Sánchez a media voz.

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En esto estamos: distancias que se acentúan entre las altas torres de los que están en la cumbre y los hondos abismos de las clases abisales. Que quede claro, al menos, que se trabaja duro para no invertir la tendencia.

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