Secciones
Servicios
Destacamos
En los últimos tiempos, en esa agenda mental de mis afectos empiezo a tachar a los afectados por la búsqueda de la eterna juventud, la comida sana, el caminar como si les persiguiera un tigre y la búsqueda del producto 'bio'. Recuerdo que cuando vi ' ... Forrest Gump' pensé que era un personaje curioso, inquietante y metafórico, pero no advertí la carga premonitoria de aquel hombre que caminaba sin destino.
A raíz de su jubilación, una buena compañera y amiga decidió que para que no le afectara la salida del mundo laboral debía hacer algunos cambios en su vida. Lo primero fue vestirse con prendas deportivas, un poco como esas mujeres que salen en las series norteamericanas mal corriendo por las playas de Malibú. Salía de casa a la misma hora que lo hizo durante treinta años; pero esta vez, en lugar de bolso, llevaba una serie de pulseras y relojes que le contaban los pasos, las calorías, los latidos del corazón y hasta valores que ignorábamos que existieran. Al principio tenía destino, se paraba en algún escaparate, atendía al teléfono y hacía alguna compra, pero en pocas semanas alguien le recomendó un entrenador personal que la dejaba en estado de coma, aunque con la promesa de la eterna juventud.
Dejamos de tomar café, de revisar el estado de nuestros afectos, de pasarnos la ropa que no nos ataba. Se le disparaba el mal humor cuando nos poníamos azúcar en el café o pedíamos un vino, y prácticamente brotaba si nos comíamos un bollo de mantequilla o un pincho de tortilla.
Ir a la compra con ella era una penitencia. Todas las estanterías estaban llenas de tóxicos y nos obligaba a leer esas letras minúsculas e imposibles de descifrar que hay en las etiquetas haciéndonos recitar los conservantes. Yo comprendo que uno, con la información que circula sobre la industria alimenticia, tache de su menú algunos productos y ponga un poco de sentido común cuando entra en la cocina. Admito que el ejercicio es imprescindible y benefactor. Pero otra cosa es volverse loca y creer que vas a quedarte en este mundo como una palmera para los restos.
Cada uno es muy libre de elegir la manera en que quiere vivir, pero esto es como las multas. Si me van a sancionar por una infracción lo aceptaré, pero que me sermoneen por el mismo precio me parece un abuso. Como bombones mientras veo las imágenes que la ministra juzgó espectaculares haciendo mención al oportuno turismo de volcanes mientras la lava engullía la vida de los palmeros; mi concepto de eternidad necesita azúcar y una copa de vino.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.