Declarado el «todo vale», incluso en la lucha contra la pandemia, en recientes sesiones plenarias del Congreso de los Diputados unos y otros han vuelto a tirarse los trastos a la cabeza, pero esta vez utilizando para el lanzamiento la figura del Rey Felipe ... VI.
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La derecha ha proclamado con voz sonora que el Gobierno «ningunea» al monarca, al no salir en su defensa tras las críticas de Pablo Iglesias y Alberto Garzón (UP) cuando el Rey manifestó que le hubiera gustado asistir a la entrega de despachos a la última promoción de jueces en Barcelona. Según el vicepresidente y el ministro, el Rey no fue «neutral».
Los comentarios de ambos miembros del Gobierno de coalición se ajustaron como anillo al dedo en la bancada popular, que acuñó la muletilla «el monarca ha sido vetado por el Gobierno». Iglesias y Garzón no vieron «neutral» que el monarca lamentará su ausencia, aconsejada desde el Ejecutivo por razones de seguridad.
Así las cosas, se ha organizado una polémica innecesaria en la que el PP y VOX intentan apropiarse de la figura constitucional del Rey. Y Podemos e Izquierda Unida, sin venir a cuento en estos momentos, pretenden fortalecer su apuesta republicana cuando forman parte de una coalición en la que el socio principal no está por la tarea en este histórico momento.
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Poco a poco se abre la brecha de desairar el papel de Felipe VI para abrir camino a la instauración de una república. Claro que el padre del Rey, con sus tejes y manejes, ha contribuido lo suyo. Pero la opinión pública, a la que el CIS hace cinco años que no consulta su parecer sobre la monarquía, se ha expresado en otros sondeos escasamente interesada en la institución, aunque aplaude la trayectoria de Felipe VI desde su acceso al trono.
En la situación actual de enorme dificultad, conviene recordar el análisis del sociólogo e historiador Santos Juliá, aplicable a la cuestión que tratamos. «La política de partidos no ha sabido encontrar un camino en el que pudiera darse un espacio de diálogo, de entendimiento con ese otro poder del Estado con objeto de encauzarlo a una reforma constitucional».
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El pacto constitucional que incluye la vigencia de la monarquía parlamentaria está siendo defendido con uñas y dientes por el presidente Pedro Sánchez, convencido de que no es el momento adecuado para abordar esa cuestión. Todo tiene su tiempo. Además, la impaciencia denota inmadurez y suele producir efectos inoportunos. Los acontecimientos irán marcando el camino y los republicanos más convencidos deben aprender a esperar. Ahora no toca.
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