El cuerpo del delito

El último en subirse a esta moda de normas hermosas pero inútiles es el Ayuntamiento de Valladolid, que planea una ordenanza en la que se multará a quienes tiren colillas o chicles al suelo, con una sanción de 350 a 750 euros. Supongo que la cuantía será conforme al tamaño del objeto arrojado, que no es lo mismo tirar un 'kojak' –que pásmense, perdura– con su palo y todo, que una modesta goma de mascar sin azúcar, que es más sostenible. Y tampoco es igual lanzar a distancia y con chulería un cigarillo con el pulgar y el índice, que apagar con el pie una humilde colilla.

Complicada va a ser que se vigile la observancia de la ordenanza y, cuando alguien sea cazado, la fijación de la sanción. Necesitarán determinar que el chicle o la colilla sea del presunto incívico. No vaya a ocurrir como en Vigo este verano, donde multaban por orinar en el mar, y la gente estaba a remojo con la zozobra de que viniera un agente buzo y le pillara en flagrante micción. Se te corta, seguro. Como si en Valladolid ves a un policía mientras fumas un cigarrillo o mascas chicle: te lo tragas y ya no hay cuerpo del delito, algo que hasta en estas preciosas normas también es necesario, querido legislador que todo lo legisla.