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Lo que investigadores y científicos piden a gritos desde hace muchos años son certezas, no vaivenes. Pactos de Estado, no promesas y titulares huecosSecciones
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Lo que investigadores y científicos piden a gritos desde hace muchos años son certezas, no vaivenes. Pactos de Estado, no promesas y titulares huecosSi no es usted uno de esos miles de ciudadanos que han pedido que no les envíen propaganda electoral a su domicilio, haga por favor el siguiente ejercicio. Abra el programa electoral de cualquiera de los partidos principales (sí, ya sé que es mucho pedir) ... y comprobará que hay un capítulo en el que (¡oh, sorpresa!) todos coinciden: destinar el 2% del PIB de España a la investigación científica para equipararse así con la media europea.
PSOE, PP, Ciudadanos y Podemos así lo incluyeron en sus propuestas anteriores, e incluso algunos de ellos se comprometieron –¡faltaría más!– a alcanzar la cifra en cuatro años de mandato. Algo, por cierto, que ni la comunidad científica reclama porque saben que no es realista pasar del 1,2% al 2% en una sola legislatura. Máxime cuando, según los últimos datos publicados, entre 2009 y 2017 la inversión pública en España en I+D se redujo un 9,5%.
Lo que investigadores y científicos piden a gritos desde hace muchos años son certezas, no vaivenes. Pactos de Estado, no promesas y titulares huecos. Una apuesta decidida y firme para convertir la I+D en un pilar esencial, pero también una gestión eficaz de los fondos que acabe con la dramática situación actual.
El calificativo de kafkiano se queda corto para explicar que, en un país que exporta talento científico, uno de cada dos euros del presupuesto de I+D se quedara sin gastar en 2018. No es una situación nueva, puesto que históricamente esta partida es la segunda con peores cifras de ejecución presupuestaria.
Los gobiernos inflan las inversiones en Ciencia, a sabiendas de que la mayor parte de los fondos son para facilitar préstamos y créditos que después muy pocos piden ante el temor de no poder devolverlos. ¿Vendrá esto en la letra pequeña de los programas electorales?
Más grave, incluso, resulta el hecho de que el año pasado se dejaran sin invertir 352 millones de euros en subvenciones, principal fuente de ingresos para la mayoría de grupos de investigación. ¿Ha dimitido ya alguien en la flamante Agencia Estatal de Investigación, concebida para agilizar la gestión de la I+D+i pública
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