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La coalición que nos gobierna está consiguiendo el más difícil todavía de la actividad política: ser Gobierno y oposición al mismo tiempo. No se recuerdan precedentes serios. Hay quien considera que gobiernan dos partidos con intereses encontrados y cada día que pasa más independientes y ... enfrentados el uno con el otro. Realmente la mayor independencia es la que muestra Unidas Podemos, que enfrenta a un PSOE a la defensiva que traga carros y carretas para mantener en pie un Gabinete que cotidianamente inunda a los medios con noticias sobre las desavenencias entre sus miembros. Cuesta imaginarse las reuniones de un Consejo de Ministros coherente a juzgar por lo que luego traslucen las declaraciones de algunos miembros.
No es normal en las democracias europeas con Gobiernos de coalición lo que ocurre en España: escuchar a los ministros criticando abiertamente a sus colegas. La primera conclusión es que la unidad a la hora de tomar y ejecutar decisiones brilla por su ausencia. Se supone que el presidente Sánchez se pasa muchas horas intentado llamar al orden y mediar entre sus ministros con escaso éxito. Un incidente siempre es precursor del siguiente.
La aparente función de una parte del Gabinete –a menudo sus ministros más innecesarios– consiste fundamentalmente en rebatir las decisiones conjuntas, las ideas de sus socios y lanzar soluciones imposibles para los problemas, de forma que llegue a la opinión pública la creencia de que son ellos los que tienen la voluntad de resolver los problemas.
La solidaridad de equipo es una utopía en la coalición entre socialistas y podemitas. Es evidente que son dos partidos diferentes y enfrentados ante al objetivo de conseguir más votos con principios próximos. Tanto en los medios como en las tertulias entre amigos se suscita con mucha frecuencia el cálculo hipotético del tiempo que puede prolongarse esta situación. Los simpatizantes socialistas reflejan su descontento y hasta su incomprensión por lo que está ocurriendo y muchos se muestran partidarios de una ruptura y convocatoria de elecciones anticipadas.
Ante este panorama la impresión es que a UP le va bien: mantiene cinco ministerios y a centenares de militantes bien colocados en la Administración y un adelanto electoral no les conviene. Han encontrado la fórmula perfecta que, además de todas las ventajas del poder, les permite libertad para expresarse y para ofrecer la impresión de que son ellos los que defienden las medidas que la sociedad reclama sin entrar en consideraciones.
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